Crónica de una muerte no anunciada

No son pocas las reflexiones que se han escrito sobre el descalabro de Javier Arenas en las elecciones de ayer en Andalucía. Consiguió ganarlas pero no con el suficiente margen para poder formar una mayoría que le permita gobernar uno de los últimos bastiones que se le resiste al Partido Popular. Me quedo con varias consideraciones:

La primera con la de Pablo Molina en Libertaddigital poniendo el acento en la nefasta campaña electoral que ha realizado el PP: “El PP no solo ha decidido hacer una campaña en Andalucía como si fueran a ganar sin bajarse del autobús, sino que, por no incomodar, hasta la política nacional del Gobierno popular ha estado supeditada a esta exigencia de placidez morcillona”. Ha titulado el artículo: ¡Arriola Selección!, ya que si hay que señalar a uno de los principales culpables del descalabro no es otro que al tan valorado sociólogo y gurú del PP y a todos los acérrimos seguidores de sus tesis y que tanto daño están haciendo a la derecha española.

Y es que, en efecto, como también señala Alfonso Galindo en su blog “El tercer liberalismo”: “Tanto el tipo de campaña como la propia elección del candidato demuestran que los populares querían ganar por mero hundimiento del adversario. Demuestra también su poco respeto al ciudadano andaluz: como no lo creen capaz de entender y asumir los retos que tiene la sociedad y la necesidad de cambios profundos, se han limitado a mostrarse como más y mejores socialdemócratas que sus adversarios. Los ciudadanos han preferido el original a la copia”.

Pedro Moya en “Apuntes en Libertad” también pone el énfasis en la penosa campaña y en la dejadez de Javier Arenas y sus áulicos sociólogos a la hora de presentar batalla y pretender ganar por desgaste del rival: “Pero precisamente por ello, la estrategia más adecuada quizá no consistía en dejar que la realidad de la crisis económica, junto a los gravísimos escándalos de corrupción que la prensa publicaba día sí y día también, desgastaran por sí solos al PSOE andaluz: además, se debería haber tenido una presencia constante en todos los medios, y con un mensaje claro y rotundo: explicar y defender sin ambages el programa (y también las medidas tomadas por el nuevo Gobierno) en todos los foros, propios, ajenos, afines y contrarios, y acudir al mismísimo infierno aunque solo sea para denunciar ‘in situ’, y a la vista del público, las maldades de sus inquilinos.”

Luis I. Gómez en su entrada “Arenas y Rajoy lloran. Lo merecen” en “Desde el exilio”, no se sorprende de los resultados, y lo achaca a los “decenios de indoctrinamiento y casi tres generaciones abandonadas a la mediocridad educativa», por lo que no ve  motivos para mostrarse «sorprendido por los resultados de ayer en las elecciones autonómicas andaluzas o asturianas”.

Es como también ha escrito Santiago Navajas en su artículo “PSOElandia” en Libertaddigital: “Pero el caso es que los señoritos dirigentes del PP siguen refugiados en sus casinos de pueblo y sus clubes de ciudad, incapaces de hacer llegar su mensaje a los colegios, los institutos, las universidades, donde los estudiantes más que enseñados son adoctrinados, más que instruidos son formados en una sensibilidad política de izquierdas. De hecho, incluso el PP parece en determinados campos un partido de izquierdas abonándose, por ejemplo, a las tesis “de género” e incapaz, por esa mezcla de pereza y desprecio hacia lo intelectual que caracteriza a la derecha andaluza, de crear una alternativa conceptual seria y estructurada a la que ha creado la izquierda”.

Quedan muchos artículos por escribir y muchas páginas por rellenar. De lo único que estamos seguros es que ayer el PP andaluz llegó a brindar con manzanilla, pero la de sobre, la que arregla el estomago, la calentita. En fin.