Luis Herrero
Empecé a escuchar a Luis Herrero con su programa nocturno de análisis político que comenzó con su llegada a la cadena COPE. De su etapa del telediario que presentaba en la incipiente Antena 3 TV tengo vagos recuerdos. Pienso que de todo lo que ha realizado el castellonense es lo que más éxito ha cosechado y donde más a gusto se ha encontrado de toda su carrera profesional. Su estilo y su forma de hacer radio son muy particulares y originales, por lo que a veces es difícil de que llegue al gran público. Su prestigio se lo ha ido ganando muy lentamente, programa a programa. Como prueba evidente nada más hay que pasarse por las noches de EsRadio en estos momentos. Realiza unas tertulias dinámicas pero reflexivas, divertidas pero sin caer en la irreverencia, unas tertulias en las que sin quitarle protagonismo a los diferentes tertulianos que por allí pasan las hace muy personales y periodísticas. Pero ante todo su capacidad para diseccionar las noticias y cultivar el género de la entrevista como nadie.
Luis Herrero nació en Castellón en octubre de 1955. Licenciado en Periodismo por la Universidad de Navarra, comenzó a trabajar en 1976 como auxiliar de redacción en el diario Arriba. Fue director del periódico Mediterráneo de Castellón entre noviembre de 1980 y noviembre de 1981 y a continuación volvió a Madrid, donde colaboró en la Hoja del Lunes y en la revista Tiempo. En mayo de 1982 se incorporó a Antena3 Radio como redactor jefe. Allí fue subdirector de informativos hasta 1984 y dirigió “El Primero de la mañana” seis meses escasos antes de que recalara en manos de Antonio Herrero. Después comenzó a trabajar en la revista Época, en la que fue redactor jefe durante dos años. En 1986 volvió a Antena 3 Radio en calidad de cronista político. En enero de 1990 debutó como presentador de Antena 3 Televisión, primero del informativo de las 14:30 horas y posteriormente del de las 20:30. Desde septiembre de 1992 presentó y moderó en la COPE el informativo de La Linterna, como ya he relatado. En mayo de 1998, tras la muerte de Antonio Herrero, dirigió el programa “La Mañana” prácticamente contra su voluntad, ya que nunca se amoldó ni al horario ni a la forma de hacer radio que esas horas necesita, hasta que en el 2003 anunció que dejaba el programa y la primera línea informativa radiofónica tras once años al frente de ella para irse a la política. Se presentó como independiente por las listas del PP al Parlamento Europeo en junio de 2004. Cinco años le duró la aventura europea. Tras los servicios prestados, como ya se sabe, una simple patada en la frente o en el frente, por su consabida independencia, que nunca le fue perdonada por los políticos profesionales del partido al que representaba. De su paso por la política en el Parlamente Europeo destaca su precipitada expulsión de Venezuela tras unas declaraciones en televisión en las jornadas previas al referéndum convocado por el gobierno de Hugo Chávez en febrero de 2.009.
A mí, que se marchara a Estrasburgo ni me decepcionó ni todo lo contrario, -no como a José María García que echó pestes por su boca contra Luis por marcharse a la Unión Europea bajo el paraguas del PP-. Fue su decisión personal. A mí me alivió casi como a él, ya que sus seguidores más acérrimos sabíamos que desde hacía tiempo no lo estaba pasando bien. Había entrado en el consejo de administración de COPE y con la marcha de García a Onda Cero y la llegada de José Antonio Abellán a las noches deportivas no consiguió hacerse con el liderazgo de los profesionales que por allí trabajaban. Además esa posición intermedia entre la propiedad y el día a día le proporcionaba una situación difícil hasta con el propio Federico Jiménez Losantos por diferentes desavenencias puntuales que les produjo a ambos hasta un cierto distanciamiento.
Luis Herrero es hijo de Fernando Herrero-Tejedor, ministro de Franco y previamente gobernador de Ávila. Pertenece a una familia numerosa de seis hermanos, entre ellos Fernando Herrero-Tejedor, jurista, Fiscal de Sala de lo Militar del Tribunal Supremo. Fue en Ávila cuando coincidió con Adolfo Suárez que era el secretario de su padre. La admiración de Luis Herrero por el presidente del gobierno llega a tal que lo llega a considerar como a su segundo padre. Nos los explica de una manera detallada en su “Los que le llamábamos Adolfo”, un bestseller de la editorial La Esfera de los Libros.
Nacido Luis Francisco Herrero Algar, cambió su apellido a Herrero-Tejedor en 1975. Casado en segundas nupcias, es padre de cinco hijos de su primer matrimonio. Le pidió a José María Aznar el favor de que le incluyera en las listas a las elecciones europeas de 2003. Éste se lo concedió, porque favor por favor se paga. Luis Herrero le prestó innumerables servicios durante sus dos legislaturas de gobierno aunque estos no le fueran nunca recompensados. El pariente pobre y tal. La obsesión de Aznar fue siempre montar un grupo mediático a imagen y semejanza del Grupo Prisa. Luis Herrero llegó a estar en casi todas las salsas del proceso, aunque luego no entrara en el guiso. Uno de los más significativos fue el “Timo del ABC”, tal y como lo describió Federico en su libro “De la Noche a la mañana”: la amistad de Luis y Nemesio Fernández Cuesta, su mediación para que entrara en el accionariado de COPE, el cambio de Federico al ABC desde El Mundo y su vuelta a El Mundo. José María García sí que cayó en la trampa y se marchó a la cadena de emisoras de Onda Cero, lo que le supuso su posterior tumba radiofónica. Aguantó unos años hasta que un cáncer le alejó de los micrófonos. Sin duda, y dejando a un lado su enfermedad, su particular cuesta abajo comenzó cuando decidió abandonar a los que le habían acompañado desde Antena 3 Radio.
Por otro lado había escuchado en ocasiones a José Antonio Abellán desde que aterrizó en Onda Cero proveniente de los 40 principales. Lo tenía de referente por las mañanas en Cadena 100, la cadena musical de la COPE, cuando el programa de Luis Herrero se ponía pastoso o cuando me quería desintoxicar de lo político. Me alegró que se hiciese cargo del programa de deportes nocturno a la marcha de García. Fui un fan acérrimo de “El Tirachinas”, -nombre con el que bautizó el nuevo programa- y de sus habituales secciones, incluida la del Grupo Risa –Fernando Echevarría, David Miner y Óscar Blanco “Whopper”– con sus geniales imitaciones. Le seguí tras ser defenestrado por la Cadena COPE en ABC Punto Radio hasta que la cerraron definitivamente y en la actualidad me dejo caer en algunas ocasiones en su nueva emisora de radio digital que ha creado, Radio4G.
Pero volviendo a Luis Herrero tengo que decir que no se desvinculó totalmente de la radio, pues comenzó un programa de cine (o un “programa de lo que surja”) los viernes por la noche junto a José Luis Garci y Eduardo Torres Dulce: “Cowboys de Medianoche”. Para mi gusto creo que es uno de los mejores programas de radio que he escuchado siempre. Tres amigos que ante un micrófono se disponen a hablar de lo humano y lo divino con el cine como un mero pretexto. Yo siempre había defendido -incluso creo recordar que se lo comenté personalmente en algún chat- que Luis era mejor comunicador para las noches que para las mañanas. Los programas nocturnos son más reflexivos que los diurnos. Allí la información se supone ya conocida y lo que más interesa es el debate y el análisis de la misma. Como ya he comentado antes, para eso Luis Herrero es un maestro. Si hiciéramos un símil futbolístico, el de Castellón estaría jugando siempre en el centro del campo repartiendo juego y Federico Jiménez-Losantos sería la auténtica estrella que marca los goles. Un genial chupón radiofónico, con perdón.
Tras la huida de Luis Herrero continué por las mañanas escuchando a Federico, por la tardes me pasaba a Carlos Herrera en Onda Cero y por la noches volvía con César Vidal. Más tarde pasaron a Herrera por la mañana y empecé como muchos a simultanear la Cope con Onda Cero: casi todos los días Federico hasta las 10 y de las 10 en adelante con Carlos. Por las noches me pasó lo mismo e iba “zapeando” entre Carlos Alsina y César. Ya no tenía una cadena de emisoras única de referencia, aunque la Cope fuera la auténtica columna vertebral de mis escuchas.
El paso de Federico Jiménez Losantos a La Linterna, tras la muerte de Antonio Herrero, me proporcionó algo que hasta ese momento nadie me había provocado: el interés por saber. Con él descubrí que tras la defensa de unas siglas políticas o de unos grupos mediáticos en particular había algo más que la empatía que pudieras tener, o la manía que pudieras profesar, a alguno de ellos por algún acto en particular. Existían diferentes principios, distintas ideas, valores contrapuestos, que para alguien como yo, que nunca me había interesado ni por la filosofía, ni por la politología, ni por casi nada que terminara en “-ía”, me eran hasta ese momento desconocidas. De ahí que me empezara a surgir un interés especial por recuperar el tiempo perdido y comenzara a leer todo lo que cayera en mis manos sobre todos esos temas.
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