Mi radio, mi liberalismo y yo

Introducción

Siempre era tarde, muy tarde. Todos dormían mientras yo me resistía a abandonar el paisaje nocturno que tenía enfrente. El Mediterráneo rompía abajo, casi a mis pies. El calor era insoportable salvo en aquel oasis en el que me encontraba. El cuarto piso me daba una perspectiva inmejorable, tanto a izquierda como a derecha, tanto a babor como a estribor, para disfrutar de otra noche sofocante de verano. Parecía que entre sorbos y caladas navegaba surcando un mar en calma desde el bauprés de proa de un viejo falucho. Con mi ordenador, una botella de whisky y un paquete de Marlboro, pasaba la noche junto a Inés y los niños que soñaban en las tumbonas de la terraza; ahí, aproximadamente en la aleta de estribor.

Era otra madrugada más de verano. Otra en la que me dedicaba a leer lo pendiente o a escuchar por los auriculares canciones antiguas y fragmentos de películas gracias al Youtube, Spotify y a otras plataformas de internet. Normalmente terminaba con “My rifle, my ponny and me[1] de Dean Martin y Ricky Nelson, la canción que aparecía en la película Río Bravo de Howard Hawks. Sigue siendo mi banda sonora preferida para el epílogo de las noches estivales en la Punta Carral de Torrevieja.

Cuando me decidí a escribir esta serie de entradas no tenía el título claro. Pensé ponerle el mismo con el que aparecieron dos entradas que le dediqué a la radio en mi bitácora “Murcialiberal” tras la marcha de Federico Jiménez Losantos y de César Vidal de la COPE en el año 2009: “La Radio y yo”. Pronto fui haciendo referencias a mi pertenencia al Instituto Juan de Mariana y a mi interés, cada vez mayor, por adentrarme en los entresijos del Liberalismo desde finales del siglo pasado. Comprobé que el título no iba a reflejar toda la realidad de ese posible libro. Y entre sorbo y sorbo pensé en la canción de la película de Hawks y en Dean Martin y Ricky Nelson. Me venía como anillo al dedo. Iban a ser unas páginas sobre mis vivencias alrededor de las ondas y sobre todo aquello que me había aportado mi interés por el mundo de la política y de las ideas.

Y es que, efectivamente, si hay dos mundos que me ha gustado escudriñar son: por un lado, el mundo que orbita alrededor de la radio, ya que siempre me ha gustado leer todo aquello que cayera en mis manos que explicara los entresijos que se producen entre las bambalinas de ese teatro maravilloso; y por otro, el liberalismo, la corriente de pensamiento filosófico y económico de la que llevo muchos años escribiendo en entradas cortas en mi blog para intentar comprenderlo en toda su dimensión, y en el que todavía sigo ahí, en el empeño, tantos años después. Antes o después tenía que poner negro sobre blanco de una forma más desarrollada mis enseñanzas y mis ideas, incluidas todas mis certezas y, cómo no, mis innumerables incertidumbres.

Quién busque en esta serie una tesis doctoral sobre la historia de la radio o un sesudo ensayo general sobre el liberalismo, le siento decepcionar. Son unas entradas subjetivas de mi radio, de mis escuchas y de mi concepción del liberalismo; de mis enseñanzas y de mis gustos en particular, mezclado todo, e incluso agitado, con unos pequeños apuntes biográficos.

Escribo de una parte en concreto de la radio que ha sido y es protagonista de la historia de España de las últimas décadas del siglo XX y las primeras del XXI. Es la radio que yo siempre he escuchado. Quién verdaderamente quiera saber qué ha ocurrido durante la democracia en España, no podrá obviar el protagonismo que han tenido Antonio Herrero, José María García, Luis Herrero, Federico Jiménez Losantos, Luis del Olmo, César Vidal, José Antonio Abellán o Carlos Herrera, y tantos otros, con sus respectivos equipos y con sus críticas demoledoras, con sus filias, sus fobias y sus relaciones íntimas –que de todo ha habido-, con el poder.

Tengo la esperanza de que a quién llegue la lectura de estas líneas sea de su mayor interés. Creo que no soy el único que ha disfrutado de incontables horas pegado a un transistor y disfrutado de ricas vivencias que han marcado una vida gracias a la radio. Y todo esto sin haberme puesto a penas delante de un micrófono, sin haber vivido nunca de ello.

Existen numerosas publicaciones y libros editados de locutores que han contado sus peripecias en los diferentes medios a los que han pertenecido. Pero son escasos los de algún oyente relatando lo que ha sentido gracias a ellos desde el otro lado: desde el coche a la almohada, pasando por los momentos «ociosos» en el trabajo, como es mi caso. Estas entradas (que intentaré actualizar con la asiduidad que el día a día me permita) me ha posibilitado ordenar todas aquellas experiencias y todas esas enseñanzas que tanto la radio como el liberalismo me han proporcionado.

[1] My Rifle, My Pony and Me – Dean Martin and Ricky Nelson: https://www.youtube.com/watch?v=v2ssbgThljU

 

Capítulo 1. Antena 3 Radio

El curso había terminado y los exámenes finales ya quedaban lejos. La madrugada era el mejor momento para acercarse a algún libro, ya fuera por la tranquilidad de la noche o porque eran las mejores horas para escuchar la radio. En una de ellas, y en un momento en el que apenas le prestaba atención al soniquete del transistor, la voz de José María García se oyó con un tono diferente en su programa “Supergarcía en la hora cero[1] : abandonaba Antena3 Radio.

Desde bien pequeño se me ha hecho casi imposible conciliar el sueño si no he tenido una radio cerca. Y más aún en época estival, cuando mi cuerpo y mi mente estaban supuestamente más descansados. En esa noche calurosa de julio, cuando estaba casi a punto de dormirme, me incorporé bruscamente de la cama. No me podía creer lo que estaba escuchando. Le subí el volumen hasta el límite que las normas de mi casa me permitían. No me lo creía:

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-“¡Manolo!, ¡Apaga la radio y duérmete ya!”,- sonó con tono amenazante la voz de mi madre desde su habitación-. Yo creía que la tenía casi en silencio, pero se ve que la estaban escuchando, mis padres, mi hermana Mariate, mi edificio y todos los vecinos de enfrente.

–“¡Calla, calla!”,-le respondí mientras acercaba mi oreja al altavoz de aquel vetusto radio-despertador y giraba la rueda del volumen-.

Fue un discurso con la voz quebrada, trascendente, en el que pedía perdón a sus oyentes por abandonarlos justo antes de la Olimpiadas de Barcelona 92: “doy la espantada en uno de los acontecimientos profesionales más importantes de mi carrera” o algo así. Mi niñez giraba alrededor del deporte y más concretamente del fútbol. Antena3 Radio, sin lugar a dudas, era la cadena que mejor se acercaba a la información que necesitaba para poder hablar con propiedad en los recreos del colegio, con permiso de “Radiogaceta de los Deportes” del inigualable Juan Manuel Gozalo en Radio Nacional de España. José María García era el auténtico líder de audiencia por aquellas fechas, y yo su ferviente seguidor que siempre que podía, y que no me vencía el sueño, no faltaba a su cita.

Antena3 Radio

antena3_radioAntena3 Radio [2],  empezó a emitir a nivel nacional el 4 de mayo de 1982. Fue fundada por un conglomerado de empresas en las que destacaba el Grupo Godó (La Vanguardia) con un 51% de las acciones, Prensa Española (ABC) un 13%, Manuel Martín Ferrand (consejero delegado, auténtico fundador y preboste de la cadena de emisoras) con un 5%, además de la agencia Europa Press y el Grupo Zeta. Contaba con un elenco impresionante de profesionales que más tarde nutrieron a otras cadenas tras su triste desaparición.

Allí estaban, por empezar por el último programa del día, o el segundo según se mire, Carlos Pumares, que empezaba a continuación del programa de García. Y digo a continuación porque no tenía una hora concreta de inicio. “Supergarcía” podía terminar una hora y media después de la media noche o llegar a las dos horas. Dependía de la actualidad y la santa voluntad del “Butanito”. “Polvo de estrellas” era un programa de cine, aunque el presentador no tenía ningún reparo en hablar de cualquier tema. Los domingos por la noche realizaba un programa con una selección musical compuesta de inolvidables fragmentos de películas y bandas sonoras maravillosas (aún conservo alguna cinta de radiocasete con la grabación de algún programa de estos, cuando le dábamos a la vez al «rec» y al «play»). En el resto de la semana podíamos escuchar las llamadas de los oyentes -a los cuales atendía con la mítica frase: «Sí, buenas noches, dígame«- y sus respuestas a las preguntas sobre cine de estos. Se hizo muy famoso por sus broncas a los oyentes, sus gritos en plena madrugada y por realizar monográficos históricos como el de la película «2001: Una odisea del espacio» con su famoso ‘monolito’.

“La radio es sugerente, obliga a pensar y a imaginar, hace trabajar la cabeza; la televisión, en cambio, embota, atonta y predispone a consumir sin ningún ejercicio crítico cualquier cosa que te echen” (Antonio Herrero)

Antonio Herrero empezaba a las 6 de la mañana, toda una novedad por aquellas fechas, con su peculiar e inimitable estilo. Su competencia lo hacía a partir de las 7. Se convirtió en líder absoluto de audiencia por encima de los pesos pesados Iñaki Gabilondo y Luis del Olmo, sobre todo en las primeras horas, las más jugosas informativamente hablando. Luis Herrero, Federico Jiménez-Losantos, Justo Fernández, Pedro J. Ramírez, José Luis GutiérrezNicolás Redondo, Jesús Cacho, Amando de Miguel, Consuelo Sánchez Vicente o Luis María Ansón, eran algunos de Miguel Angel García Juezlos que participaban en sus conocidas tertulias matutinas.

Miguel Ángel García-Juez se ocupaba del programa de la tarde. También se convirtió en líder de audiencia sobrepasando a la todopoderosa Encarna Sánchez, que locutaba por aquellas fechas desde la cadena COPE. Destacaba por la media hora de radio divertida y desenfadada, de cuatro y media a cinco, con una tertulia en la que participaban Luis Carandell, Luis Ángel de la Viuda[3], Fernando Vizcaíno Casas, el propio Pumares, Gerardo Iglesias y Alfonso Ortuño (el dibujante oriolano que veraneaba en mi querida Torrevieja, y que tanto presumía de ello). El programa terminaba con una tertulia en la que intervenían, si no recuerdo mal, Ana Rosa Quintana y Rosa Villacastín comentando las revistas del corazón. Recuerdo que este programa lo disfruté mucho más tras el “Antenicidio”, ya que durante el curso escolar del 92/93 estudiaba COU y no tenía clase por las tardes; fue durante un año y medio, tiempo que el grupo Prisa consideró suficiente para apagar definitivamente la radio que me acompañó en mi infancia.

Por la noche podíamos sintonizar a José Luis Balbín y su programa de contenido político la “Hora Cero”. Consiguió también ser líder de audiencia por delante de «Hora 25» de la cadena SER, aunque yo tenga escaso recuerdo de él -sólo asocio a Balbín con la Clave y TVE unos años antes-. También participaban en esa cadena los geniales Juan Luis Cano y Guillermo Fesser, o sea Gomaespuma, y su magnífico programa los fines de semana, además de una cita diaria a eso de la ocho de la tarde. Con su gracia característica y estilo inimitable comentaban cariñosamente que, por ejemplo, intentaban recuperar la audiencia que durante la semana perdía Pumares, y finalizaban el programa confesándonos que habían estropeado el ordenador a Carlos, y que a ver cómo resolvía entonces las dudas de los oyentes. Mayra Gómez KempJesús Hermida, José Ramón Pardo, José Luis Garci, y un largo etcétera, fueron otras voces inolvidables de aquella radio maravillosa. Sin lugar a dudas los últimos años antes del “antenicidio” marcaron la época gloriosa de Antena 3 Radio.

Cuando se concedieron las licencias de las televisiones privadas a finales de los años ochenta, Antena 3 Radio todavía no había alcanzado a la Cadena SER, aunque ya se acercaba demasiado. Recuerdo que celebré por todo lo alto el fallo que otorgaba una de ellas al Conde de Godó y a su grupo, es decir, a García y compañía. Pero no tardé mucho en darme cuenta que, iluso de mí, no retransmitirían por televisión todo el deporte que supuestamente iban a realizar a imagen y semejanza de la radio, -algo que sí llegaría años después con las concesiones y dispensas mediáticas de los gobiernos de turno a sus afines-. El PSOE y don Jesús de Polanco, emperador del Grupo Prisa, lo tenían reservado para sí, para su “Imperio del Monopolio”, haciendo uso, una vez más, de una de las estrategias preferidas e inherentes de la izquierda en nuestra democracia: el necesario control de la educación y de los medios de comunicación para perpetuarse en el poder. De Rubalcaba y Maravall a José Luis Rodríguez Zapatero y Bibiana Aído, pasando todo por Cebrián, Polanco y su séquito.

Con menos de 14 años ya era un chico enfermizo por la radio y por todo lo que le rodeaba, y ya empezaba, aunque parezca mentira, a preocuparme por todos estos temas truculentos de guerra de medios y de sus batallas por el control de la opinión pública.

[1] Sintonía «Supergarcía en la Hora Cero» («Love Song», Simple Minds)

[2] Antena3, la radio bien hecha.

[3] A mediados de los ochenta Luis Ángel de la Viuda sumó 19 emisoras de Radio 80 a la cadena de emisoras de Antena3, integrándose como radio-fórmula. Durante una década aumentaron el número de emisoras del grupo hasta llegar a un total de 150. De ellas, 120 estaban destinadas a la programación convencional como Antena 3 Radio, 20 emitían música moderna como Radio 80  y las restantes como música española en Radiolé, que fue creada en 1991.

 

 

Capítulo 2. El “Antenicidio”

Llegó el año 1992, el año del Quinto Centenario, las Olimpiadas de Barcelona, la Expo de Sevilla, los momentos álgidos -si es que no han sido todos- de la corrupción del PSOE y, para mi desgracia, la desintegración de la radio que me acompañaba en cada momento.

El PRISOE no pudo aguantar que una cadena de radio relativamente joven, que tan sólo emitía por frecuencia modulada, consiguiera sobrepasar en oyentes a la «todopoderosa» Cadena SER [4], su protegida. Veían que todo el negocio de corrupción y de terrorismo de estado se les estaba viniendo abajo por unos osados que se empeñaban en desmontarles el chiringuito, el buque insignia, la pieza necesaria para medrar ante el poder político y conseguir pingües beneficios de concesiones y otros negocios oscuros para su conglomerado de empresas. A golpe de talonario y con el gobierno felipista como cómplice necesario, se hicieron con la cadena, lo que provocó, por coherencia, la salida inmediata de los mejores profesionales independientes de la casa: Antonio y Luis Herrero, García y la casi totalidad de sus equipos profesionales.

dream-team-coperoEran años convulsos y la aparición de las televisiones privadas había “desajustado” el sector audiovisual. Nos vendieron una supuesta liberalización, ya que el mercado hasta esas fechas, sobre todo el televisivo y el radiofónico, seguía dependiendo de las concesiones discrecionales gubernativas. Dado el mapa político que por aquel entonces imperaba en España, uno puede llegar a darse una idea de que el panorama para la pluralidad de los medios de comunicación era realmente desolador. Persistían innumerables barreras de entrada que el poder político se negaba a levantar para continuar cercenando el derecho a la información de los españoles. Esa supuesta liberalización fue una farsa en toda regla. El sector audiovisual español siguió, una vez más, igual de intervenido que siempre.

Realmente Antena3 Radio nace en 1982 con vocación de televisión, aunque el gobierno felipista tardó siete años en parir el proyecto de concesión de las licencias televisivas “privadas”. En 1988, también se produjo un cambio importante. Pedro J. Ramírez abandonaba la dirección de Diario16 para fundar el periódico El Mundo, gracias a la mediación (léase “perras”) de Mario Conde. Otra historia de desencuentros que merecería, no un capítulo aparte sino otro libro o un serial de ellos [5].

Pero centrándome en la radio, y más en concreto, en el conocido “antenicidio”, Javier Godó, el Conde de Godó, Grande de España, que poseía la mayoría del capital, vendió como sabemos su participación a su mayor competidor, el grupo Prisa. Todo se fraguó en las altas esferas, en las cloacas de los centros de poder, en el llamado “Pacto de los Editores”. Entre ellos se repartieron la tarta intervenida de la radio y televisión a su conveniencia. Así, el 17 de junio de 1992 se produce un cambio en el accionariado de forma que el Grupo Zeta, es decir Antonio Asensio como marioneta y Mario Conde, “la salsa de todos los guisos mediáticos de la época[6], como muñidor, se convierte en socio mayoritario de la compañía televisiva. Junto al Grupo Zeta entrarían Banesto (Conde), Rupert Murdoch y la Organización Cisneros de Venezuela.

José María Aznar tenía depositada muchas esperanzas en este nuevo grupo que se formaba. De alguna manera les ayudó para que desalojaran a los profesionales que iniciaron el proyecto. Era una condición “sine qua non”. Mi sensación es que, a pesar de tener una buena relación con los Herreros, Federico Jiménez-Losantos, García y demás, los veía como a los “parientes pobres de los nuevos ricos” que tan bien describió posteriormente Luis Herrero. Y es que Aznar fue un buen presidente de Gobierno (sobre todo en su primera legislatura), pero un auténtico zoquete en materia de comunicación. No contó con que al poco tiempo, ese supuesto grupo mediático afín, le traicionaría durante el año 1992 y principios de 1993. Justo el año de sus primeras elecciones generales. El llamado “Pacto de los Editores”, también consistió en conjugarse entre ellos para apoyar a Felipe González y dar la espalda al líder del PP. Incluido Antonio Asensio, la baza por la que Aznar había apostado. El resultado del tal calamitosa estrategia ya lo sabemos. En junio de ese año (1993), José María Aznar, a pesar de tenerlo casi todo a favor, se quedó a las puertas del Palacio de la Moncloa.

Pero volviendo otra vez a julio de 1992, a un mes después de la adquisición de la televisión y la defenestración de Luis Herrero y Federico Jiménez Losantos del informativo nocturno de la televisión, y a un mes antes de cumplir yo los 17 años, escuché, a José María García primero y al resto de los profesionales estrella de la cadena después, anunciar su marcha por incompatibilidad con los nuevos accionistas de Antena 3 Radio. Como se demostró posteriormente fue adquirida para cerrarla de forma ignominiosa y para intentar acallar a los que molestaban. Fue concretamente el 22 de julio. José María García se había tomado unos días de vacaciones previos a las Olimpiadas de Barcelona, y como en la anterior entrada señalé, me sorprendió escucharle esa madrugada de nuevo. Algo importante estaba pasando. Manuel Martín Ferrand no continuaba, se marchaba, y sus “cachorros” radiofónicos hicieron piña para marcharse con él.

Todo esto sucedía justo cuando vestía la camiseta de Antena 3 Radio como si viviera de ella. Por eso, y a partir de ahí, tuve un enemigo que me acompañó durante muchos años: Jesús de Polanco y todo lo que llevara su sello, que era mucho. Desde el PSOE a Santillana, desde El País a Canal Plus, la Ser, Alfaguara, Cinco Días, etcétera. Juré venganza. Tenía que aportar mi grano de arena para intentar el derribo de su abuso de poder. Yo, el justiciero. Así que iba aconsejando a quien me rodeaba el veto, en la medida de sus posibilidades, de todo lo que llevara el nombre de Prisa impreso. Me miraban raro, lo sé. Pero hay ciertas cosas que vienen con la edad y que a veces perduran toda una vida.

La mayoría de los profesionales de Antena3 Radio, tras intensas negociaciones, aterrizaron en la COPE. José María García apostaba por Onda Cero, que por aquellas fechas pertenecía a la ONCE, con Miguel Durán como ciego jefe. Antonio Herrero, por otro lado, lo tenía casi todo cerrado con Eugenio Galdón [7] para recalar en la cadena de los obispos. Lo que ambos tenían claro, y lo que funcionó a la postre, es que el grupo de periodistas que se había formado y que estaba siendo atacado no podía disolverse. Así se lo prometieron alguno de ellos en el hospital a Antonio Herrero Losada, padre de Antonio Herrero, en sus últimos días de vida. José María García dudó hasta el último instante, pero al final cedió gracias a la mediación de Pedro J. Ramírez, José Luis Gutiérrez y Luis María Ansón, los directores de los tres principales periódicos de aquellas fechas si excluimos a El País, es decir, los de El Mundo, Diario16 y ABC.

El acuerdo entre el cartagenero Eugenio Galdón y la Cadena Cope se cerró durante el mes de agosto, lo que me permitió a partir de septiembre de 1992 rencontrarme de nuevo con la Radio Popular, o sea la COPE.

Antes de Antena 3 Radio, mis primeros recuerdos radiofónicos se sitúan con esa emisora en mi infancia, en mi casa, cuando me dedicaba a destrozar juguetes. Mi madre tenía la sana costumbre de encender el transistor desde primera hora a todo lo que daba el volumen -el hilo musical por las habitaciones, que nunca tuve, ha sido para mí una frustración infantil, al igual que el Scalectrix-.  Allí no se oía otra cosa que no fuera Luis del Olmo y su “Protagonistas”. Eran realmente brillantes y divertidos sus espacios: “El jardín de los Bonsais” con sus imitaciones de los principales personajes del país, y el “Debate sobre el estado de la Nación”, con los geniales Tip y Coll, Alfonso Ussía, Antonio Mingote y Chumy Chúmez, entre otros. Su programa marcó toda una época, sobre todo en aquella época del Felipiense tardío. Ahora mismo, cuando  escribo estas líneas, me es imposible no tararear la archiconocida sintonía [8] del programa que me acompañó durante esos primeros años de vida.

Llegados a este punto me gustaría hacer una salvedad. Y es que en efecto, aunque parezca mentira por todo lo que estoy contando, fui escolarizado como la mayoría de mis coetáneos. Todo esto lo tengo grabado en mi memoria, como supongo que le pasará a muchos otros, ya sea por los eternos días de vacaciones o por las malditas anginas que me postraban en la cama de matrimonio de mis padres de vez en cuando.

Luis del Olmo aterrizó en la Cope durante el año 1983, venía de RNE, y se mantuvo hasta el verano de 1991 cuando pasó a Onda Cero. Por eso la situación de la cadena de los obispos en ese verano del año 1992 no pasaba por un buen momento. No se habían podido recuperar del mazazo que les supuso la marcha del ponferradino un año antes. Por eso no sé quién se necesitaba más: si el grupo de periodistas díscolos que se marcharon de Antena 3 o la COPE a ellos. Ambos se necesitaban como agua de mayo y don Bernardo Herráez, el cura que estaba al frente de la radio, -un personaje muy listo, según nos lo han descrito después en sucesivos libros los que le conocieron-, no dudó en firmar el contrato que les uniría durante tantos años.

Así que, a mediados de septiembre del año 1992, parte del “Sindicato del crimen”, tal y como les bautizó Juan Luis Cebrián, el lugarteniente de Jesús de Polanco, comenzaron su singladura en la cadena COPE.

Herrera y HerreroLa estructura de la nueva parrilla quedó con Antonio Herrero iniciando el informativo a semejanza de su antigua emisora, pero con Carlos Herrera, que por aquellas fechas todavía era un desconocido para mí, llevando el magazine de 10 a 12 de la mañana. Todavía recuerdo su famoso: “Son las 10 de la mañana y Antonio Herrero…” ya que al igual que García por las noches, no tenía el don de la puntualidad para terminar sus programas.

En los informativos siguió José Apezarena, hombre “ad eternum” de COPE; por las tardes la diva Encarna Sánchez, a la que paradójicamente no escuché en mi vida; Luis Herrero se encargó de conducir el informativo nocturno al que bautizaron como “La Linterna”, con Federico Jiménez Losantos haciéndole el resumen de prensa; José María García, con casi la práctica totalidad de sus colaborares habituales -incluido Gaspar Rosety o Pipi Estrada  continuó con su hora y media nocturna al inicio de la madrugada.  Por el contrario, Javier Ares la voz radiofónica del ciclismo, Siro López director de deportes de Telemadrid y ahora también polemista habitual en “Punto Pelota” de Intereconomía, Eduardo Torrico en el AS, el mítico Andrés Montes, fueron algunos de los que se quedaron en Antena 3 y no le acompañaron.

Tal era la pasión que me producía la radio, y los medios de comunicación en general, que luché lo indecible durante esos años de acné e instituto por sacar una especie de periódico colegial que se llamó “Tiempo Nuestro”. Estudiaba 2º de BUP en el curso 90-91 y varios compañeros y amigos decidimos que había que inventarse algo, al estilo de los anuarios americanos, que inmortalizara de alguna manera las experiencias que durante esos maravillosos años estábamos viviendo.

Tiempo Nuestro0001El primer año, casi sin la ayuda de la dirección del colegio, con escasos medios, publicamos una especie de cuadernillo casero, manifiestamente mejorable aunque entrañable por lo artesano y rudimentario. En el segundo año, cuando ya estábamos en 3º de BUP, sacamos algo aparentemente más decente, de imprenta y todo. Uno de los artículos que más cariño le tengo de ese periódico colegial es uno que redactamos al alimón el ahora presentador de televisión de La7, periodista y excelente locutor de radio, Luis Alcázar, y yo sobre la radio de aquella época. Contando con que mi querido amigo y compañero sabrá perdonármelo, lo transcribo aquí sin cambiar una coma:

“Algo más que la televisión”

No cabe la menor duda de que la radio es el medio de comunicación más directo, lo que le ha servido en gran parte para su supervivencia frente a la masiva existencia de canales televisivos.

La radio nos permite, gracias a los comentarios que día a día nos ofrecen cientos de periodistas a ver de diferentes puntos de vista el mundo que nos rodea ya sea, de carácter informativo, de carácter deportivo o de cualquier otro tipo de entretenimiento, cosa que la televisión no puede conseguir salvo en algunos programas aislados. Diferentes programas que se nos ofrecen para cualquier necesidad, y para cualquier edad. Así en materia deportiva nos encontramos con multitud de programas, ya que, queramos o no y a pesar de no ser una sección de las más importantes, si juega un papel relevante en este mundo de las ondas. Como ejemplos más significativos están “El Larguero” en la cadena SER, “Tertulia Deportiva” en Onda Cero o “Radiogaceta de los deportes” en RNE y por supuesto el programa estrella de todas las emisoras y de cualquier materia es “Supergarcía en la hora cero” dirigido y presentado por José Mª. García sin duda alguna el mejor periodista a pesar de muchos de sus detractores, rodeado de un equipo formidable (Gaspar Rossetti, Eduardo Torrico…) realiza el verdadero periodismo de investigación que le ha llevado a descubrir verdaderos escándalos dentro del mundo del deporte, lo que le mantiene en el primer puesto de audiencia desde hace muchos años.

En otras materias destacan por el mérito de llevar un programa sin que aburra durante cuatro horas Luis del Olmo en Onda Cero e Iñaki Gabilondo en la SER, dos periodistas con consumada experiencia que han logrado llevarse todo el cariño y el afecto de las amas de casa debido a su horario matinal.

Otro tipo de programas que a la gente le gustan son las tertulias siendo la más famosa la producida en el programa “Hora Cero” de José Luis Balbín en Antena 3 o en el programa “Viva la gente de la tertulia” dirigido por Miguel Ángel García Juez en esta misma cadena y donde se dan cita personajes tan importantes como Luis Carandel y Carlos Pumares. En estos programas se discute y se debate sobre los asuntos que acontecen en el mundo.

Otros programas de interés pueden ser en materia humorística el programa de Gomaespuma, o en materia de medicina el programa “La salud es lo que importa” en Antena 3.

En materia informativa podemos destacar a Antonio Herrero con su programa “El primero de la mañana” o Luis de Benito que realizan verdaderos programas de información, que suelen durar una o dos horas.

Para terminar esta especie de repaso citaremos a un programa que por su calidad merece ser nombrado como es “Polvo de Estrellas” en Antena 3, dirigido por Carlos Pumares, un programa donde se analizan de una forma peculiar el mundo del cine y en el cual da una opinión sobre las películas que le preguntan siendo uno de los periodistas con mayor personalidad de toda la radio.

En definitiva, un sinfín de programas maravillosos que no podríamos destacarlos todos y no podríamos contar todas sus anécdotas en un simple papel ya que eso sólo se puede escuchar a través de la radio. Desde aquí va nuestro llamamiento a la gente para que no se olvide de que siempre hay una radio que le está esperando.

Luis Alcázar y Manolo Marín (3ºE y A)

 

[4] En efecto, en 1992 Antena3 logró liderar las encuestas del EGM (3.139.000 de oyentes para Antena 3 Radio frente a los 3.007.000 oyentes de la Cadena SER en la segunda oleada de 1992).

[5] Libros a destacar que relatan el proceso: “Pedro J. Ramírez al desnudo” de José Díaz Herrera, Ed.Akal. “El Mundo en mis manos” del propio Pedro J. y Marta Robles, Ed.Grijalbo.

[6] Luis Herrero, “En vida de Antonio Herrero” Ed.La Esfera de los Libros, pág 169

[7] Eugenio Galdón Brugarolas (Cartagena, 22 de junio de 1950) es un empresario español, licenciado en Ciencias Económicas por la Universidad Católica de Lovaina y por la Universidad de Madrid y además de Economista del Estado. Galdón es el fundador de ONO y fue su presidente hasta noviembre de 2008. Entre 1973 y 1982, Galdón ocupó diversos cargos de relevancia en la Administración Pública española, entre ellos Jefe de Gabinete del Presidente del Gobierno de España. De 1983 a 1997, Galdón dirigió algunos de los mayores grupos de comunicación españoles (Cadena Ser, Grupo Prisa, Cadena COPE). Desde 1992, es presidente y accionista mayoritario de Multitel, grupo empresarial que él mismo fundó para invertir en proyectos relacionados con medios de comunicación y telecomunicaciones en España siendo ONO el resultado más evidente de este esfuerzo inversor (Fuente: Wikipedia)

[8] La sintonía era la de ‘Crónicas de un pueblo’, serie mítica de TVE: http://www.youtube.com/watch?v=jK6noEEMpHk

 

Capítulo 3. Antonio Herrero

Antonio Herrero falleció mientras practicaba submarinismo en Marbella el 2 de mayo de 1998. Sufrió un colapso en una inmersión debido a una úlcera estomacal que padeció durante los últimos meses de su vida. Era sábado y me enteré por la tarde gracias al Teletexto (sic transit gloria mundi). Realizábamos un sano ejercicio de cata de bebidas espirituosas en la casa del hermano de mi amigo Juan Sáncheantonio herrero 2z Piqueras, algunos de los de siempre, los hermanos, los compañeros de colegio que hemos ido juntos toda la vida y los que han ido llegando después, los “Basurillas”: el propio Juan, Diego Susarte, Román Gil, José Francisco Bayona y Pedro Bayona, Luis López Nuñez, Joaquín López LucasJuan Carlos Martínez, Jorge Noguera y Juan Antonio Risueño. En un momento dado y por casualidad, cuando buscábamos los resultados de la jornada futbolística en el descanso del partido que estábamos viendo, leímos la triste noticia. El fútbol desde aquel momento pasó a un segundo plano. Mis amigos me comprendieron enseguida y me dejaron disponer del mando a distancia porque conocían mi obsesión enfermiza por el mundo de la radio y más concretamente por mi especial admiración por Antonio Herrero. Las diferentes televisiones comenzaron a hacerse eco de la noticia y yo no pude articular palabra durante un buen rato. Fue un palo duro, como para tantos españoles que seguíamos al «Primero de la mañana» [9] . Me fui a casa y ya no dejé de ver y leer todo lo que iban publicando sobre la noticia de la muerte del periodista. Aún recuerdo con nostalgia el programa dirigido por Luis Herrero, y co-presentado con García, que le realizaron el lunes siguiente de su fallecimiento. Le brindaron un sentimental homenaje a su figura, con la presencia de la mayoría de los tertulianos que le habían acompañado a lo largo de su trayectoria profesional y de diversos artistas amigos del difunto entre los que se encontraban el dúo Ella Baila Sola -se sabía de la especial predilección que el locutor les profesaba, sobre todo a la morena- y el grupo Siempre Así.

Años más tarde, leyendo el libro “De la noche a la mañana [10] de Federico Jiménez-Losantos, me fui enterando de muchas otras cosas muy interesantes referentes a las horas previas a la muerte del periodista madrileño (aunque marbellí de adopción) y la situación política-mediática por la que atravesaba España. Por ejemplo, que José María Aznar había invitado a cenar en el Palacio de la Moncloa al propio Losantos y a Luis Herrero la noche anterior del deceso para transmitirles el malestar con Antonio Herrero y el deseo de que estos le traicionaran. Gesto al que se negaron rotundamente, como no podía ser de otra manera.

Pedro J. Ramírez en su libro “El Desquite” escribió [11]:

“Antonio no sólo había sido mi gran amigo y cómplice profesional, sino el compañero que había entendido el ejercicio del periodismo como opción vital de forma más parecida a la mía. El comunicador independiente dispuesto a no casarse nunca con nadie. El vitalista interesado por todo y ansioso siempre de nuevas experiencias. El curioso incansable en pos de la noticia, a poder ser en exclusiva […] Era una muerte absurda, incomprensible e inasumible. Y, para nosotros, una merma que nada ni nadie podría compensar. Sin el fiero apoyo de Antonio no sé cómo hubiéramos podido combatir en las ondas la bilis macerada en ácido sulfúrico con la que la Cadena SER había intentado ampliar en lo posible el daño contra mi reputación y dignidad en los meses álgidos del montaje del vídeo. En adelante todo iba a ser más difícil porque la próxima batalla, fuera cual fuera, la tendríamos que dar aún más en solitario.”

sulibroantonioherreroAntonio Herrero nació en Madrid el 5 de febrero de 1955. Era hijo de Antonio Herrero Losada, también periodista, católico y liberal, que perteneció al Consejo de Don Juan de Borbón y fue el artífice y director de la agencia de noticias Europa Press. En el bachillerato conoció a Luis Herrero, su gran amigo, con el que compartió piso y estudios de Periodismo en la Universidad de Navarra. Su carrera en la radio empezó en Antena3, de la mano de Luis, que fue quién se lo recomendó a Manuel Martín Ferrand. Cuenta Luis Herrero en su libro “En vida de Antonio Herrero” [12], que al principio tuvieron sus dudas ya que durante la carrera habían suspendido varias veces la asignatura de radio:

«Antonio Herrero llegó a Antena3 de mi mano. Una mañana tibia de principios de 1982, pocos días después de que yo hubiera estrechado la de Martin Ferrand para sellar el acuerdo de mi contrato, me lo llevé a La Ponderosa, un bar que está a la orilla de la Carretera de la Playa, casi a la altura del último desvío a Mirasierra pasada la Ciudad de los Periodistas, y le animé a que se viniera conmigo a la radio. Del bar recuerdo poca cosa, porque nunca antes habíamos estado allí y nunca estuvimos después; tampoco de la consumición, aunque ni él ni yo bebíamos alcohol y lo más probable es que acabáramos dando buena cuenta de un gran vaso de Coca-Cola. En cuanto a la conversación, duró lo justo.

-Está bien –me dijo-. Dales mi nombre a ver qué pasa. Puede ser una aventura bonita.

-Claro que de radio- maticé- no tenemos ni idea ni tu ni yo. Igual hacemos el ridículo. […]

-La radio es lo de menos- me respondió Antonio aún en la barra de La Ponderosa-. Lo que importa es el periodismo” .

Antonio Herrero empezó haciendo información municipal y del mundo del motor, pero enseguida se hizo con los mandos de “El Primero de la Mañana” tras un paso fugaz de seis meses de Luis Herrero, que no consiguió el éxito que su querido amigo consiguió después. Antonio lo llevó a los máximos índices de audiencia con su peculiar estilo directo, sin ambages, sin limitarse a dar las noticias, sino que, además, las comentaba y las vivía una a una. Consiguió los máximos índices de audiencia tanto en Antena 3 Radio como en la COPE. Fue objetivo de ETA, perseguido por los socialistas y despreciado por los populares en sus últimos años, porque no se callaba ante nada ni ante nadie; y ellos, los “malos”, o sea el poder, sabían que silenciar su voz era fundamental para que muchas de sus tropelías pasaran prácticamente desapercibidas. “Su fórmula no era escandalosa sino energética”, escribió Jiménez Losantos [13] . Y es que efectivamente denunció diariamente los casos de Rumasa, Filesa, Malesa, los apaños de los Guerra, el AVE, Ibercorp, el BOE, la Cruz Roja, Roldán, Urralburu, Valverde, la RENFE, el GAL, el CESID, los mil y un episodios de la corrupción socialista, como también los inicios dubitativos en materia de denuncia de la corrupción de un Aznar que por aquellas fechas no quería hacer leña de un PSOE caído. Y todo esto con su peculiar y admirado estilo. Como escribió Federico Jiménez Losantos en el libro homenaje que le hizo Matías Antolín a su memoria:

“No pertenecía a la meliflua escuela anglosajona que modela la opinión manipulando sutilmente la información. Antonio era incapaz de censurar ninguna noticia pero quería poder explicarlas y comentarlas todas. Además de la suya, creó espacios de opinión para todas las horas y una tertulia de nueve a diez donde recogió a lo más inconformista de todos los medios escritos. Todos censuraron acremente su estilo y su forma insólita de hacer radio. Todos terminaron imitándole.” [14]

Tras su muerte Luis Herrero se negaba en rotundo asumir la dirección de La Mañana y sustituir a su amigo. Sabía que era incompatible, tanto con el horario como en su forma de hacer radio, radicalmente opuesta a la de su compañero de toda la vida. En un principio los profesionales que estaban a las órdenes de Antonio Herrero querían que fuera él y que por la noche se encargara de La Linterna, José Luis Balbín, como en la extinta Antena3 Radio. Todos pensaban que si se lo daban medio hecho a don Bernardo Herráez, el cura que dirigía la cadena COPE, sería mucho más fácil y no les impondría nadie “extraño”. Al final Luis Herrero accedió y asumió la mañana, mientras que Federico Jiménez Losantos hizo lo propio con «La Linterna», el programa nocturno de la cadena.

[9] Despedida del último programa de Antonio Herrero en COPE: http://especiales.libertaddigital.com/antonio-herrero/despedida_antonio.mp3

[10] «De la noche a la mañana», de Federico Jiménez Losantos (Ed. La Esfera de los Libros)

[11] “El Desquite”, Pedro J. Ramírez Ed.La Esfera de los libros pág 378-379

[12] “En vida de Antonio Herrero”, Luis Herrero. Año 2008, pág. 155

[13] “Antonio Herrero”, Federico Jiménez Losantos. La ilustración liberal. Nº3 http://www.ilustracionliberal.com/3/antonio-herrero-federico-jimenez-losantos.html

[14] “Antonio Herrero. A micrófono cerrado” Matías Antolín. Año 2004. Editorial Libros Libres. Págs 62-63

 

 

Capítulo 4. La COPE y yo

Inés me preparó unos días en Madrid un año después de nuestra boda como si de una confirmación de alternativa matrimonial se tratara. La visita a la COPE fue una de sus sorpresas. Fue el 28 de octubre de 2002. Llevábamos un par de años aproximadamente chateando casi todas las tardes con Luis Herrero, su equipo y un grupo reducido de oyentes de toda España (todavía mantenemos el contacto con algunos, sobre todo con la madrina de todos nosotros, nuestra querida Isabel Alvarez de Asturias). Nos contábamos nuestras penas y criticábamos con dureza el programa de la mañana. Por aquella época todavía no existía ni Twitter ni Facebook ni otras redes sociales con las que interactuar con los equipos de los programas radiofónicos tal y como existen en la actualidad. A Luis le encantaba que le sacudiéramos y a veces entraba al trapo. Se conectaba algunas tardes y siempre nos proponía que le lanzáramos ideas, aunque luego no nos hiciera ni el más puñetero caso. En el verano del 2001, ese mismo grupúsculo de oyentes y parte del equipo quedaron para una comida en Madrid a la que no pudimos asistir. Le comentamos entonces al equipo de Luis Herrero y a María José Navarro, subdirectora del programa, que a lo mejor un día nos acercaríamos por la emisora. Nos retaron para que así fuera y un año y medio después, Inés y yo nos presentamos en la COPE para asistir al programa de La Mañana.

Ines, Manolo y Luis Herrero0001

Fue un lunes y a eso de las ocho, con el desayuno en la boca, estábamos allí sentados en la pecera, en unas butacas destartaladas de oficina que gentilmente nos facilitó Moneypenny, Mónica Eguillor, la eterna secretaria, primero de Antonio Herrero, luego de Luis y por último de Federico Jiménez-Losantos. Nos situaron junto a la eficaz Maite Toribio, técnico del programa que se desenvolvía como pez en la misma. Al finalizar la tertulia, sobre las 10 de la mañana, estuvimos charlando con Federico un buen rato y más tarde con Luis Herrero y María José Navarro. Federico estuvo muy cercano y simpático con nosotros. Le comentamos que, efectivamente, era un viaje con motivo de nuestro primer aniversario y nos contó sus casi tres décadas de feliz matrimonio deseándonos toda la suerte del mundo y dándonos su bendición. Él, ateo confeso. Matías Antolín, por aquel entonces defensor del oyente de Luis Herrero -cobraría poquísimo seguro, para la cantidad de trabajo que tendría-, iba y venía recogiendo impresiones de los oyentes. Cada vez que pasaba por nuestro lado, se disculpaba con nosotros por no poder atendernos como él creía que nos merecíamos. También nos comentó que le era imposible invitarnos a comer como era su intención pues le había salido un compromiso ineludible. Excusas de mal pagador, vamos. Pero no nos importó mucho. Nos sentíamos como en casa, colmados de atenciones por las redactoras, colaboradores y por la productora del programa, la simpática Nieves López Gamonal. Entraban y salían, traían teletipos, entregaban a Maite Toribio la música que iba a sonar en la siguiente sección, se volvían a saludar y así toda la mañana. En uno de aquellos vaivenes también entró un tímido Jorge Alcalde, a quien no conocía físicamente, y que se encargaba de las noticias de ciencia. Actualmente es el director de la revista de divulgación científica Quo. Nos saludó muy educadamente aunque no entablamos conversación alguna. Lo haríamos años más tarde en nuestra visita a Libertaddigital. También apareció Sancho Gracia, quien fue protagonista ese día de las fantásticas entrevistas que Luis Herrero nos suele regalar. María José Navarro nos acompañó hasta la puerta despidiéndonos muy afectuosamente mientras recordaba con añoranza su etapa profesional en Murcia.

manolo y jose en la copeRealmente era mi segunda visita a la emisora central de COPE en Madrid. Unos años antes acompañé a mi amigo, a mi hermano de hecho José Francisco Bayona, al programa taurino de Pedro Javier Cáceres, que se realizaba en el famoso estudio Encarna Sánchez. Nos hospedamos en la casa de mi tíos, que junto a sus dos hijos, mi queridísimos primos Santi y Merce, siempre me han acogido en Madrid cada vez que los he necesitado. Con Jose viví mi primer acercamiento a los micrófonos -bueno, a una emisora de radio-, pues le acompañaba los sábados en su programa regional de toros como productor del mismo entre los años 1996 y 1997 en la emisora de Murcia. Allí tuve la oportunidad de cruzarme con algunos profesionales que trabajaban en la delegación, como a Pedro González, tan simpático y atento siempre; Javier Herraiz, Tati García, Vicente Luis Cánovas o Carmen González, comandados por Oché Cortés, director de la emisora. Aún conservo como una reliquia en la cartera el carnet de redactor taurino que me hicieron: el anagrama de “Radio Popular” todavía aparecía impreso en la parte superior derecha. Precioso. Rondaba por aquel entonces los veinte maravillosos años.

Carnet COPE0001Durante esa época también llegué a publicar una crónica de una corrida de toros en el periódico La Opinión de Murcia y su posterior reseña radiofónica en el programa El Albero de la cadena Cope. Toda una aventura. Fue con la presentación en Murcia como novillero de Cristina Sánchez. José Francisco tenía que cubrir una corrida de toros en Lorca  y  me pidió que la novillada la hiciera yo. Fui a la plaza de toros de Murcia un tanto a ciegas pero gracias a la amabilísima ayuda que me prestó Miguel Massotti, uno de los principales locutores de Onda Regional de Murcia,  me ubiqué en el burladero de prensa que me correspondía. Tras las notas de rigor me dirigí al periódico que por aquel entonces estaba en la plaza Condestable de Murcia. Por fin conocía por dentro una redacción de periódico, aunque fuera por una noche. Justo en frente de mí estaba Ángel Montiel que aporreaba el teclado al escribir su crónica política del día siguiente con su habitual y reconocida maestría. Desde la misma redacción del periódico, realicé también la crónica para la edición del El Albero de Pedro Javier Cáceres a nivel nacional. Yo casi ni miraba más allá de la pantalla del ordenador. Escribí como pude la crónica en el espacio que me reservaron y me fui como había llegado, desbordado por donde me encontraba y por el momento que acababa de vivir. En fin, al menos durante un día me sentí como un auténtico periodista.

 

Capítulo 5. Luis Herrero

Empecé a escuchar a Luis Herrero con su programa nocturno de análisis político que comenzó con su llegada a la cadena COPE. De su etapa del telediario que presentaba en la incipiente Antena 3 TV tengo vagos recuerdos. Pienso que de todo lo que ha realizado el castellonense es lo que más éxito ha cosechado  y donde más a gusto se ha encontrado de toda su carreraluis-herrero1 profesional. Su estilo y su forma de hacer radio son muy particulares y originales, por lo que a veces es difícil de que llegue al gran público. Su prestigio se lo ha ido ganando muy lentamente, programa a programa. Como prueba evidente nada más hay que pasarse por las noches de EsRadio en estos momentos. Realiza unas tertulias dinámicas pero reflexivas, divertidas pero sin caer en la irreverencia, unas tertulias en las que sin quitarle protagonismo a los diferentes tertulianos que por allí pasan las hace muy personales y periodísticas. Pero ante todo su capacidad para diseccionar las noticias y cultivar el género de la entrevista como nadie.

Luis Herrero nació en Castellón en octubre de 1955. Licenciado en Periodismo por la Universidad de Navarra, comenzó a trabajar en 1976 como auxiliar de redacción en el diario Arriba. Fue director del periódico Mediterráneo de Castellón entre noviembre de 1980 y noviembre de 1981 y a continuación volvió a Madrid, donde colaboró en la Hoja del Lunes y en la revista Tiempo. En mayo de 1982 se incorporó a Antena3 Radio como redactor jefe. Allí fue subdirector de informativos hasta 1984 y dirigió “El Primero de la mañana” seis meses escasos antes de que recalara en manos de Antonio Herrero. Después comenzó a trabajar en la revista Época, en la que fue redactor jefe durante dos años. En 1986 volvió a Antena 3 Radio en calidad de cronista político. En enero de 1990 debutó como presentador de Antena 3 Televisión, primero del informativo de las 14:30 horas y posteriormente del de las 20:30. Desde septiembre de 1992 presentó y moderó en la COPE el informativo de La Linterna, como ya he relatado. En mayo de 1998, tras la muerte de Antonio Herrero, dirigió el programa “La Mañana” prácticamente contra su voluntad, ya que nunca se amoldó ni al horario ni a la forma de hacer radio que esas horas necesita, hasta que en el 2003 anunció que dejaba el programa y la primera línea informativa radiofónica tras once años al frente de ella para irse a la política. Se presentó como independiente por las listas del PP al Parlamento Europeo en junio de 2004. Cinco años le duró la aventura europea. Tras los servicios prestados, como ya se sabe, una simple patada en la frente o en el frente, por su consabida independencia, que nunca le fue perdonada por los políticos profesionales del partido al que representaba. De su paso por la política en el Parlamente Europeo destaca su precipitada expulsión de Venezuela tras unas declaraciones en televisión en las jornadas previas al referéndum convocado por el gobierno de Hugo Chávez en febrero de 2.009.

A mí, que se marchara a Estrasburgo ni me decepcionó ni todo lo contrario, -no como a José María García que echó pestes por su boca contra Luis por marcharse a la Unión Europea bajo el paraguas del PP-. Fue su decisión personal. A mí me alivió casi como a él, ya que sus seguidores más acérrimos sabíamos que desde hacía tiempo no lo estaba pasando bien. Había entrado en el consejo de administración de COPE y con la marcha de García a Onda Cero y la llegada de José Antonio Abellán a las noches deportivas no consiguió hacerse con el liderazgo de los profesionales que por allí trabajaban. Además esa posición intermedia entre la propiedad y el día a día le proporcionaba una situación difícil hasta con el propio Federico Jiménez Losantos por diferentes desavenencias puntuales que les produjo a ambos hasta un cierto distanciamiento.

Luis Herrero es hijo de Fernando Herrero-Tejedor, ministro de Franco y previamente gobernador de Ávila. Pertenece a una familia numerosa de seis hermanos, entre ellos Fernando Herrero-Tejedor, jurista, Fiscal de Sala de lo Militar del Tribunal Supremo. Fue en Ávila cuando coincidió con Adolfo Suárez que era el secretario de su padre. La admiración de Luis Herrero por el presidente del gobierno llega a tal que lo llega a considerar como a su segundo padre. Nos los explica de una manera detallada en su “Los que le llamábamos Adolfo”, un bestseller de la editorial La Esfera de los Libros.

Nacido Luis Francisco Herrero Algar, cambió su apellido a Herrero-Tejedor en 1975. Casado en segundas nupcias, es padre de cinco hijos de su primer matrimonio. Le pidió a José María Aznar el favor de que le incluyera en las listas a las elecciones europeas de 2003. Éste se lo concedió, porque favor por favor se paga. Luis Herrero le prestó innumerables servicios durante sus dos legislaturas de gobierno aunque estos no le fueran nunca recompensados. El pariente pobre y tal. La obsesión de Aznar fue siempre montar un grupo mediático a imagen y semejanza del Grupo Prisa. Luis Herrero llegó a estar en casi todas las salsas del proceso, aunque luego no entrara en el guiso. Uno de los más significativos fue el “Timo del ABC”, tal y como lo describió Federico en su libro “De la Noche a la mañana”: la amistad de Luis y Nemesio Fernández Cuesta, su mediación para que entrara en el accionariado de COPE, el cambio de Federico al ABC desde El Mundo y su vuelta a El Mundo. José María García sí que cayó en la trampa y se marchó a la cadena de emisoras de Onda Cero, lo que le supuso su posterior tumba radiofónica. Aguantó unos años hasta que un cáncer le alejó de los micrófonos. Sin duda, y dejando a un lado su enfermedad, su particular cuesta abajo comenzó cuando decidió abandonar a los que le habían acompañado desde Antena 3 Radio.

Por otro lado había escuchado en ocasiones a José Antonio Abellán desde que aterrizó en Onda Cero proveniente de los 40 principales. Lo tenía de referente por las mañanas en Cadena 100, la cadena musical de la COPE, cuando el programa de Luis Herrero se ponía pastoso o cuando me quería desintoxicar de lo político. Me alegró que se hiciese cargo del programa de deportes nocturno a la marcha de García. Fui un fan acérrimo de “El Tirachinas”, -nombre con el que bautizó el nuevo programa- y de sus habituales secciones, incluida la del Grupo Risa –Fernando Echevarría, David Miner y Óscar Blanco “Whopper”– con sus geniales imitaciones. Le seguí tras ser defenestrado por la Cadena COPE en ABC Punto Radio hasta que la cerraron definitivamente y en la actualidad me dejo caer en algunas ocasiones en su nueva emisora de radio digital que ha creado, Radio4G.

Luis Herrero CowboysPero volviendo a Luis Herrero tengo que decir que no se desvinculó totalmente de la radio, pues comenzó un programa de cine (o un “programa de lo que surja”) los viernes por la noche junto a José Luis Garci y Eduardo Torres Dulce: “Cowboys de Medianoche”. Para mi gusto creo que es uno de los mejores programas de radio que he escuchado siempre. Tres amigos que ante un micrófono se disponen a hablar de lo humano y lo divino con el cine como un mero pretexto. Yo siempre había defendido -incluso creo recordar que se lo comenté personalmente en algún chat- que Luis era mejor comunicador para las noches que para las mañanas. Los programas nocturnos son más reflexivos que los diurnos. Allí la información se supone ya conocida y lo que más interesa es el debate y el análisis de la misma. Como ya he comentado antes, para eso Luis Herrero es un maestro. Si hiciéramos un símil futbolístico, el de Castellón estaría jugando siempre en el centro del campo repartiendo juego y Federico Jiménez-Losantos sería la auténtica estrella que marca los goles. Un genial chupón radiofónico, con perdón.

Tras la huida de Luis Herrero continué por las mañanas escuchando a Federico, por la tardes me pasaba a Carlos Herrera en Onda Cero y por la noches volvía con César Vidal. Más tarde pasaron a Herrera por la mañana y empecé como muchos a simultanear la Cope con Onda Cero: casi todos los días Federico hasta las 10 y de las 10 en adelante con Carlos. Por las noches me pasó lo mismo e iba “zapeando” entre Carlos Alsina y César. Ya no tenía una cadena de emisoras única de referencia, aunque la Cope fuera la auténtica columna vertebral de mis escuchas.

El paso de Federico Jiménez Losantos a La Linterna, tras la muerte de Antonio Herrero, me proporcionó algo que hasta ese momento nadie me había provocado: el interés por saber. Con él descubrí que tras la defensa de unas siglas políticas o de unos grupos mediáticos en particular había algo más que la empatía que pudieras tener, o la manía que pudieras profesar, a alguno de ellos por algún acto en particular. Existían diferentes principios, distintas ideas, valores contrapuestos, que para alguien como yo, que nunca me había interesado ni por la filosofía, ni por la politología, ni por casi nada que terminara en “-ía”, me eran hasta ese momento desconocidas. De ahí que me empezara a surgir un interés especial por recuperar el tiempo perdido y comenzara a leer todo lo que cayera en mis manos sobre todos esos temas.

 

Capítulo 6. Mi padrino, mi primer amor  y unos hermanos de Cofradía

 

Escriben en la Wikipedia sobre “La teoría de los seis grados de separación”. Últimamente está muy de moda por las redes sociales de internet. Es una hipótesis que intenta probar que cualquiera en la Tierra puede estar conectado a cualquier otra persona del planeta a través de una cadena de conocidos que no tiene más de cinco intermediarios (conectando a ambas personas con sólo seis enlaces).

La teoría fue inicialmente propuesta en 1930 por el escritor húngaro Frigyes Karinthy en un cuento llamado Chains. Expone el ejemplo de un limpiabotas de la calle. Este limpiabotas conoce a un portero de un hotel de dos estrellas; dicho portero conoce al dueño del hotel y éste al dueño de un hotel más prestigioso; el dueño de este hotel conoce a una persona que trabaja en la Casa Blanca y esta persona conoce al presidente de los Estados Unidos. En unos pocos enlaces se ha conseguido ligar un limpiabotas con el presidente de los Estados Unidos. Así de tonto pero así de simple.

Mi caso no llega al extremo de escribir que conozco al Obama de turno, pero me sirve para explicar casualidades, coincidencias, que me ligan con la historia de la radio de Murcia.

La primera tiene que ver con mi padrino Antonio. Murió joven, era director de una oficina bancaria, del Banesto para ser concreto. Apenas le conocí. En sus últimos años estuvo destinado en Monovar (Alicante), el pueblo que vio nacer a Azorín. Nos veíamos en las  reuniones familiares, en fechas señaladas. Cuando venía a Murcia con mi tía y mis primos íbamos en ocasiones a visitar a sus dos hermanas encantadoras en la calle Mar Menor. Aún me acuerdo de una terraza amplia frente al campo de fútbol del Barnés donde esparcía mis juguetes y jugaba con mi hermana y mis primos mientras duraba la visita. Sus portes y sus voces eran únicas, como las de mi tío, de esas que se te quedan grabadas en la memoria desde la infancia.

La segunda es con Paloma, una chica guapísima, jovial y encantadora. Uno de esos regalos efímeros y hermosos que te brinda la vida. Creo recordar que la primera vez que la vi fue mientras hacíamos el examen de selectividad. Me encontró unos meses después en la Escuela de  Empresariales y empezamos a salir. Pasamos casi seis meses  maravillosos e inolvidables. De la persona que más me hablaba de su familia era de su abuelo, por quien sentía una especial adoración. Sólo los caprichos de un corazón a medio escribir nos impidió que esa relación continuara. El mío, que latía por aquellas fechas a un ritmo todavía de idiota adolescente.

La última de las coincidencias tiene que ver con unos compañeros de la Cofradía a la que pertenezco. En el año 96, un grupo de antiguos  alumnos del colegio, capitaneados por José Luis Durán y Rodrigo Borrega, procesionamos por primera vez en Murcia un Cristo de Salzillo que estaba custodiado en la clausura del Convento de Santa Clara. Casi todos éramos de la misma promoción. De los treinta y  cinco que empezamos, sólo había dos o tres que no lo eran. Uno de  ellos se llamaba Fernando y como sabía que su padre trabajaba en la radio, cada vez que podía le preguntaba sobre él y sus andanzas; otro de esos era locutor de radio y por aquella época director de Onda  Regional de Murcia.

Pues bien, las dos hermanas de mi padrino, las que vivían en la calle Mar Menor de Murcia eran Amalia Romero Peralta y Carmen Romero Peralta, voces clásicas de la radio murciana que iniciaron su andadura profesional en Radio Juventud, allá por los años 50; el  abuelo de Paloma era Elías Ros Garrigós voz mítica e histórica de Radio Murcia-Cadena Ser desde su fundación, cuando todavía era la  EAJ-17; el padre de mi compañero de paso era Fernando Alonso, otra voz ligada a Murcia y a Radio Nacional de España; y, por último,  el locutor y director de Onda Regional de Murcia, Juan Manuel Máiquez Esteve. Cinco pilares de la historia de la radiodifusión en Murcia.

 

Capítulo 7. Visita a EsRadio y Libertaddigital

La mañanaCon Cesar Vidal estaba siendo ajetreada, los teléfonos no paraban de sonar y, pese a estar en el corazón de la crisis, no paraban de entrar clientes. Sonó el teléfono móvil y vi que era un número de Madrid. –Ya está, me dije, otra insufrible compañía telefónica o la simpática del banco para reclamarme una posición deudora-. Estuve a esto de no contestar. Pero bueno, me decidí a pulsar el botón verde y una cálida voz radiofónica de una señorita me dijo que me llamaba desde Libertaddigital.

Hacía poco tiempo que este medio de comunicación exclusivamente online había lanzado un «Club de los oyentes» para ayudarlos a subsistir y por el cual los socios nos beneficiábamos de numerosas ofertas, como entradas para diversos espectáculos y descuentos en su tienda por internet. Yo creo que fui el primero en llamar para darme de alta, aunque luego me dieran el número 103. Federico Jiménez Losantos lo bautizó en su programa a eso de las ocho y media de la mañana. Cinco minutos más tarde yo ya estaba dando mis datos para asociarme.Cesar Vidal

Naia Pertusa, que era el nombre de la señorita, productora de EsRadio, simpática además de eficiente, me llamó para comunicarme que había sido seleccionado entre todos los socios del club para acudir durante dos días, con todos los gastos pagados, a los programas de la radio en Madrid. Era el primero, el primogénito, el que abría esta nueva y fantástica promoción que habían ideado. Se me iluminaron los ojos y se me cerró el estómago.  Llamé a Inés nada más colgar para que preparara toda la infraestructura de los peques para esos dos días, puesto que en menos de una semana debíamos estar allí. Y así fue. El siguiente jueves por la mañana nos dirigimos a la Estación de tren del Carmen en Murcia. En unas interminables horas -la conexión ferroviaria desde Murcia sigue,  in saecula saeculorum, en el siglo XIX- estuvimos en Chamartín y más tarde en el majestuoso hotel Miguel Ángel de Madrid. Descansamos tras la paliza del viaje y sobre las siete y media llegamos a los estudios de la radio.

Equipo César VidalLa jovial productora nos estaba esperando. Lo primero era asistir al programa de César Vidal que nos recibió antes de empezar con una simpatía y amabilidad desbordante. Por allí estaban Adriana Rey y Miquel Roselló, las caras, o más bien las voces -ya que estamos hablando de radio- habituales del equipo del programa, que en todo momento se mostraron muy atentos con nosotros. Alberto Recarte también pasó a saludarnos, al igual que los tertulianos de esa noche que fueron la amabilísima Cristina Losada, Emilio Campmany (que nos preguntó por la Murcia de su padre) y Carmen Morodo, subdirectora de La Razón. A quien me hizo mucha ilusión saludar fue al economista Juan Ramón Rallo, a quien tanto admiro, y que me comentó que perfectamente sabía quien era cuando le dije que mi cuenta en Twitter era “@mucialiberal”. Alguna vez habíamos cFederico Jimenez Losantoontactado por ese medio o por comentarios en su blog.

A la mañana siguiente estábamos ahí, puntuales a la cita otra vez para asistir al programa de Federico. A la primera que vimos nada más entrar en la pecera era a Maite Toribio, que seguía ahí donde la dejamos casi diez años antes, sentada al timón técnico del programa. Federico alzó la mano saludándonos nada más vernos. Yo me había llevado un libro suyo («Con Aznar y Contra Aznar») que ya me firmó en nuestro anterior encuentro en la cadena COPE. La dedicatoria que escribió entonces le hizo bastante gracia ya que en el 2001 nos deseó muchos años más de casados y ahí estábamos nosotros, diez después, en la radio que había fundado. Le dio todo el bombo posible a nuestra presencia. Fuimos los primeros de muchos socios del Club que pasamos por allí. Pudimos saludar a Carmen Carbonell, Isabel González, Mario Noya, al anteriormente citado Jorge Alcalde, los simpáticos miembros del Grupo Risa, con Oscar Blanco, Fernando Echevarría y David Miner quien se erigió en portavoz del grupo en cuanto a atenciones se refiere, y a otros magníficos colaboradores y miembros de la redacción que se mostraban encantados cada vez que nos veían.

Dieter Brandau fue de lEquipo Informativosos más entusiastas. Nos enseñó el departamento de informativos, e hizo que cada uno de los que allí se encontraban vinieran a saludarnos. Estuvo charlando bastante tiempo con nosotros, me invitó a participar en el fantástico programa de Fútbol que conducía junto a Luis Herrero y Juan Pablo Polvorinos, a quien también saludamos. Pero nos fue imposible ya que a esa hora teníamos que estar yendo en dirección de la estación de tren de Chamartín para regresar a Murcia. Fue la única pega de nuestra visita. Tenía bastante ilusión por saludar a Luis Herrero pero no llegamos, o más bien no llegó él. Sí que conocimos a su equipo. Subimos a la redacción que está junto a la del periódico Libertaddigital.com. Allí pude ponerle cara a muchas voces conocidas. Naia Pertusa se sorprendía cada vez que yo era capaz de reconocer alguna de ellas, sobre todo de los redactores que son poco dados a aparecer en primera línea. Y es que como buen friki radiofónico que soy siempre me ha interesado el nomEquipo Luis Herrerobre de los miembros de los equipos que forman la realización de un programa de radio.

En definitiva fue un día y medio apasionante para los dos. Volvimos a tener la fortuna de vivir la radio por dentro y poder saludar a aquellos a los que admirábamos y escuchábamos cada día. Ahora, si Dios quiere, espero que en el vigésimo aniversario pueda tener la oportunidad de llevarle el mismo libro a Federico Jiménez Losantos y me firme un pase por otros diez años más.

 

Capítulo 8. I «Cena de la libertad» del Instituto Juan de Mariana

El 15 de mayo de 2007 se celebró en el Casino de Madrid la “I Cena de la Libertad” organizada por el Instituto Juan de Mariana. Desde hacía un año y medio que no me daba un homenaje con Inés. Todo nuestro tiempo disponible se lo había llevado el pequeño de la casa con su gestación, su lactancia y demás tareas propias de un niño cuando viene al mundo. Manolo Jr. nació el 7 de septiembre de 2006. La generosa oferta del Instituto para que pasáramos una noche estupenda en Madrid rodeados de liberales no podía ser rechazada tras el retiro forzoso al que nos habían obligado las cuestiones paternales que durante todo ese tiempo habíamos disfrutado.

Y allí nos presentamos yendo totalmente a ciegas pues no conocíamos a nadie. Los dos plantados en el hall del Casino, sin muchas ganas de cenar y más solos que la una. La comida había sido suculenta, ya que unas horas antes nos fajamos en la noble tarea de intentar probar y terminar hasta lo improbable e interminable en el Asador Donostiarra.

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Tras el cóctel de bienvenida nos informamos del lugar que en el que debíamos sentarnos en la cena y me llevé la primera sorpresa, ya que nos situaron en un lugar privilegiado rodeados de dos figuras incipientes del columnismo español como eran  Luis Margol y José Carlos Rodríguez, entre otros.

Era como estar sentado en la misma mesa de Míchel, Butragueño o Martín-Vázquez en su cena de celebración de un título de Liga cualquiera. Al menos a mí me lo parecía. Un simple mortal, aficionadillo a esto de escribir, al que le habían hecho un hueco para que cenara con ellos. Varios años siguiéndolos, disfrutando de sus artículos, aprendiendo con sus lecciones magistrales y ahora los tenía ahí, enfrente. A ellos, y a la madre de Luis, que dedicó toda la noche a la noble tarea de que nos sintiéramos como en casa, y un magistrado del Tribunal Supremo de quién no recuerdo su nombre. El artífice de tal milagro no fue otro que Pablo Molina, que desde la distancia, lo dejó todo bien atado para que fuésemos atendidos como lo hubieran hecho con él. Un genio que no se olvida de ser una buena persona.

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Los Di Estefano, Gento, Pelé y Cruyff de esto del liberalismo -los Huerta de Soto, Carlos Rodríguez Braun, Agapito Maestre, Francisco Cabrillo, etcétera– por el centro del magnífico salón del Casino de Madrid y a los que paradójicamente no les presté mucha atención. Yo me fijaba más en la nueva hornada, en los galácticos que estaban triunfando en ese momento:   Gabriel Calzada y María Blanco, que sin su trabajo por la organización del evento no hubiera sido posible; Daniel Rodríguez Herrera, Jorge Valín, los citados Luis Margol y José Carlos Rodríguez, además de un largo etcétera que me dejo en el camino. Sólo me faltó en alguna ocasión sacar la libreta para que me fueran firmando autógrafos como una loca adolescente corriendo entre las mesas del coqueto Casino de Madrid.

Allí entregaron un premio a los de Unión Editorial por su dilatada trayectoria en la publicación de obras de autores liberales, -estaban celebrando su trigésimo quinto aniversario-. Albert Esplugas, otro galáctico, recibió el premio fin de carrera por su trabajo sobre la comunicación en una sociedad libre. Y nosotros, que éramos quizás los que menos habíamos aportado a la difusión del liberalismo, recibimos el premio de pasar junto a ellos una noche inolvidable.

 

Mi ficha del Instituto Juan de Mariana

 

Ficha:

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Nombre y apellidos: Manuel Marín Torres
Número de miembro: 0016
Tipo de miembro: Miembro Patrocinador
Fecha de Alta: 01/06/2006