La desmemoria

A mediados de julio se celebraron elecciones en Galicia y en el País Vasco. En esta última Comunidad Autónoma los herederos de una banda terrorista que ni condenan ni se arrepienten de su pasado criminal, no solo consiguieron mantener su representación en el parlamento autonómico vasco, sino que la incrementaron de manera significativa. Casi al mismo tiempo, en otras partes del mundo, sobre todo en Estados Unidos, miles de manifestantes derribaban algunas de las esculturas de sus antepasados a los que acusaban de racistas, xenófobos, imperialistas, colonialistas e infinidad de falsedades históricas de toda índole.

Efectivamente no estamos padeciendo solo una fatal pandemia sanitaria en forma de COVID-19, sino también una deriva totalitaria hacia el pensamiento único con la desmemoria y el olvido como principal herramienta. Si tan siquiera en menos de una generación se ha olvidado la figura de Miguel Angel Blanco y lo que su vil asesinato por los terroristas de ETA supuso a toda la sociedad española, no me imagino lo que supone explicarle a las nuevas generaciones en América y en el resto del mundo quiénes fueron y qué hicieron figuras como Cristóbal Colón, Fray Junípero Serra o Alvar Nuñez Cabeza de Vaca.

Como escribió no hace mucho Santiago Navajas, “no podemos asumir que vayamos a vivir peor que pobres, acobardados, envilecidos y sumisos por el conformismo, la cobardía y la falta de pasión por las libertades”. No podemos doblegarnos y aceptar que tenemos que sobrevivir en una sociedad en la que tienes que demostrar todo el tiempo que eres un adalid de lo políticamente correcto, asumiendo constantemente los postulados y la reedición de los hechos históricos por una parte corrupta e interesada de la historiografía y de personajes siniestros. Si bien es verdad que a lo largo de nuestra Historia se han cometido infinidad de tropelías y de injusticias, de infamias y afrentas, que en ocasiones hacen perder la fe en el ser humano; no es menos cierto que la civilización misma a través del progreso ha rescatado a millones de la pobreza, la enfermedad, la violencia y el hambre. Nuestra memoria ni puede ser borrada ni debe ser cambiada. La memoria debe  ser continuamente reivindicada y respetada para que las nuevas generaciones puedan aprender de los errores pasados para no volver a cometerlos en el futuro.

Y es que, en definitiva, además de protegernos de la crisis sanitaria actual, debemos protegernos de la ignorancia y de la incultura que se ha instalado en gran parte de nuestra sociedad; porque si no ponemos remedio pronto a la tergiversación de la Historia, si dejamos que los que quieren reescribirla en su propio beneficio ganen, la humanidad está irremediablemente condenada a repetir los fracasos y la barbarie que en innumerables periodos de la misma ha perpetrado. Como dijo Ronald Reagan: “la Historia nos enseña que la guerra empieza cuando los gobiernos creen que el precio de la agresión es barato”. No dejemos que así sea.

Generación confinada

Vivimos una crisis de tal calibre, que los que hemos nacido a partir del último cuarto del siglo XX, a pesar de poder imaginárnosla por la infinidad de películas y series de ficción catastróficas que algunas veces nos hemos tragado casi sin querer, o por las historias de guerra que en la infancia hemos escuchado de nuestros mayores, nunca hubiésemos creído realmente que, esta generación, acomodada, caprichosa y que se lo ha encontrado, básicamente, casi todo hecho, pudiera llegar a vivir. Las limitaciones que ha padecido nuestra generación precedente, y sobre todo la de sus padres, nunca serán suficientemente valoradas. Ahora vuelven a ser ellos los más golpeados y, por una vez, deberíamos demostrar que no somos una generación del todo malcriada. Tenemos que ser capaces de hacer sacrificios y enseñar que podemos estar por encima de las circunstancias. La crisis financiera de la primera década de este siglo, por desgracia, no nos va a servir como vacuna para lo que realmente se nos viene encima, tanto moral como económicamente. Vivimos en la mayor encrucijada de nuestra historia como generación. Tocaría, por una vez, dejar a un lado las ideologías y las camisetas de los equipos de fútbol que cada uno utilice para disfrazarse cada fin de semana. La Nación, el País o el Estado, o como a cada tribu le guste llamar a España, debería remar en estas circunstancias tan desgraciadas hacia un mismo fin, y ese no sería otro que esta pandemia resultara lo menos dolorosa posible en el número de infectados que se van a dejar la vida en ella y en limitar las terribles consecuencias económicas que todos, de una manera u otra, vamos a padecer.

Y quien primero debería estar al frente de esta actitud de unión y de conciliación es el presidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez. Es quién debería dejar a un lado los bandos y las ideologías y quién debería intentar ser un líder de todos, no sólo de sus votantes y correligionarios, que aunara a los españoles de bien (quedando fuera, por supuesto, los extremistas indeseables, sectarios e ideologizados prefabricados). Pero quién es un producto de marketing, una ensoñación de presidente, un estofado de gestos y de posturas, no puede ser líder nunca y por eso ni está ni se le espera. Se está comprobando que está jugando una partida diferente ante sus limitaciones. Y por eso ya no podemos pedir que lidere a quién no puede, sino que nos tendremos que conformar con rezar para que esta pandemia se supere con el menor número de muertes posible por la acción de otros; nos tendremos que conformar con que esta situación, delicadísima, no nos lleve a la ruina definitiva. Y no lo niego. Esta crisis no es nada fácil de gestionar. Incluso un hipotético presidente política y personalmente más preparado, que también hubiese subestimado las advertencias de la llegada de la pandemia, estaría igualmente noqueado. Pero es que fatalmente esta generación ha elegido al peor presidente posible del peor gobierno de la democracia. Porque dentro de su lógica falconiana podría haber sacado su magia de efectos rimbombantes y de posturas fáciles para tapar su incapacidad para solventar los problemas de escasez de medios, y no lo ha hecho; o podría haber sacado de su chistera de poses, disimulos “redondianos” que nos hicieran ver que cuenta con los líderes de la oposición y con los agentes sociales para hacerles partícipes de las posibles soluciones a esta situación, y no lo ha hecho; o podría habernos hecho ver que realmente no desprecia a los medios de comunicación no afines limitando sus preguntas, sino todo lo contrario, respondiendo evasivamente como le saliera de sus… “ideas”, y no lo ha hecho; o haber hecho como que no lanza sistemáticamente a sus terminales mediáticos para desprestigiar a la oposición por el mero hecho de ejercerla, pero no lo ha hecho. Se suponía que “Su Persona” se presentó a unas elecciones con unas promesas de hacer política totalmente distintas. Pero nos ha mentido siempre. Como escribió María Blanco (@Godivaciones) en Twitter: “Votasteis gestos y tenéis gestos”, aunque ni siquiera ya nos ofrece eso, también nos han sido confiscados. En definitiva, está fuera de sí (aún más) y, como se puede comprobar, totalmente superado.

Nos queda la oposición, a la que algunos acusan de falta de lealtad o por el contrario de inacción absoluta ante la incapacidad del gobierno. La mayor lealtad y mejor actitud que puede ofrecer la oposición a un gobierno democrático en estos momentos de crisis nacional es ejercer como tal, que es además lo que le está encomendado constitucionalmente. Es su obligación estar supervisando al Gobierno, vigilando y denunciando lo que considere oportuno que esté haciendo mal. Eso es lo que está permitiendo que algunos desmanes que se están produciendo en estos momentos, tanto en los gobiernos de Comunidades Autónomas, como en el gobierno del Reino de España, se estén corrigiendo. Seamos serios. Es así como funciona. Está claro que siempre hay grupos desleales, políticos aprovechados u opinadores mediocres que valiéndose de estas pequeñas batallas ganadas, o perdidas según se mire, intentan desestabilizar aún más la situación buscando su propio beneficio. No saben estar a la altura de las circunstancias por su incompetencia manifiesta o por su tacticismo electoral, que es peor todavía. Seguro que lo terminarán pagando. Ahora es el momento de denunciar y de ejercer la oposición lo más leal y exigente posible para que nadie se duerma, de exigir la apertura del Parlamento, y la de velar por que las responsabilidades penales y políticas no se queden sin su sanción correspondiente en un futuro no muy lejano.

No quiero terminar este artículo, en el que he comentado la situación de mi generación y la de sus políticos mediocres, sin destacar a la sociedad civil en su conjunto, que acatando en su mayoría las directrices gubernamentales se están quedando confinados en sus casas; y a los trabajadores sanitarios que día a día se están dejando la vida por nosotros; y a los empresarios y trabajadores, en general, que cumpliendo con su deber siguen saliendo todos los días para que la cadena de los servicios esenciales no se vea mermada; también a la mayoría de empresas que han comprendido la dimensión de esta crisis y han ofrecido altruistamente sus servicios, o con una rebaja significativa de su coste a todos aquellos clientes que no pueden acceder a ellos. Por desgracia hay otras que no están sabiendo estar a la altura,y aún siguen más atentos a que no se salten sus restricciones que a ofrecer facilidades a aquellos que por las circunstancias que atravesamos no pueden proveerse. Otros que terminarán pagándolo, sin duda. Pero esto me lo guardo para otro artículo, que espero no tarde tanto. En fin.

Nos la jugamos todos.

Foto de la Opinión de Murcia
Foto de Israel Sánchez del diario La Opinión de Murcia.

 

Es lamentable, triste y desesperante. Cuando por fin comienzan las obras del soterramiento integral de la primera fase, desde la Senda de los Garres hasta la Estación del Carmen, algo por lo que tanto han luchado los vecinos del entorno de las vías y en las que se han comprometido las tres administraciones: local, regional y nacional; y cuando por fin la ciudad de Murcia accede a un proyecto que más quisieran muchas ciudades de España y que nos mete de lleno en el siglo XXI, llegan unos energúmenos, espoleados por personajes más preocupados por sus intereses políticos que por el desarrollo de la ciudad, destrozando los sueños de la mayoría de sus ciudadanos.

Si tan preocupados están por las próximas elecciones, que los dejen trabajar y comprobaremos todos si las promesas de ejecución que nos han hecho los actuales dirigentes del PP se van cumpliendo.

Si no fuera así que se les castigue duramente en los próximos comicios. Nos la jugamos todos. Y ellos también.

La izquierda que odia

ciudadanos-frontJOSÉ MARÍA RIQUELME  Cada día siento más simpatía por Mariano Rajoy. No por el presidente de Gobierno ausente e insensible por momentos hacia sus votantes naturales, ni por quien tan poco hace para que su partido supere esa imagen de inmovilismo ante la corrupción que carcome algunas de sus franquicias regionales. Siento simpatía por su personalidad melancólica, la del hombre que ha sido superado por las circunstancias, aunque capaz de liderar la reversión de la indigencia económica a la que estamos condenados cada vez que nos gobierna la izquierda. El mismo hombre que perdonó y no denunció (la conciencia y la Ley son cosas distintas, aunque la zanguanga Maestre y sus podemitas no lo sepan) a ese niñato intoxicado por la ´telecracia´ y la cultura del odio y futuro votante medio que le agredió en Pontevedra durante la última campaña electoral. Ni siquiera quiso que esto se utilizara contra el adversario político, lo que anticipa su bonhomía.

Al ciudadano Rajoy, Pontevedra debería tenerle como ejemplo de tolerancia y civismo. Sin embargo, el lunes 22 de febrero de 2016 el Pleno de ese Ayuntamiento le ha declarado ´persona non grata´ merced a una moción promovida por el PSOE gallego y por el Podemos local y apoyada por el Bloque Nacionalista Gallego. El motivo, la concesión por parte de la Demarcación de Costas del Estado de una prórroga de la concesión administrativa a la empresa Ence, la más importante en el término municipal, para que continúe su actividad industrial (fabricación de celulosa) junto a la ría, salvaguardando así cientos de empleos directos y otros miles indirectos, y con ello, el bienestar de los afectados por su cierre.

Y por supuesto que la actividad de la empresa puede ser sometida a consideración pública. Nadie es ajeno a la problemática ambiental que generan todas las empresas de carácter industrial. Sí, esas que hay que potenciar en detrimento de los servicios y la construcción. Pero lo que todavía no ha explicado el Consistorio pontevedrés es qué parámetros ambientales incumple la empresa a día de hoy. Ni de qué licencia o permiso carece. Es un paso más en la ideología del odio. Un pulso entre Administraciones resuelto con el intento de humillación pública al presidente del Gobierno en funciones. Si yo fuera Rajoy volvería a Pontevedra orgulloso de que esa rehala de ediles me distinguiera de esa forma. Ya se sabe que no ofende quien quiere sino quien puede. La rehala pontevedresa justifica el despropósito ´en nombre de la ciudadanía´, aunque sus efectos perjudiquen a una mayoría de ciudadanos.

Es el ejemplo que nos dan algunos de los que se han aupado al poder desde las últimas elecciones municipales y autonómicas. No sabemos qué problemas de los existentes han resuelto, pero sí aquellos nuevos que han creado, entre ellos, el de dividir y polarizar cada vez más a los españoles de toda clase y condición. Son los mismos ignorantes que llevan algunos años proclamando que quienes no piensan como ellos ´arderán como en el 36´. Por favor, que alguien les explique que aquello fue la causa de que otros como ellos tuvieran que salir corriendo en el 39. Y la mayoría no queremos eso. Otra vez no.

Van a por todas

ciudadanos-frontNICOLÁS GONZÁLVEZ GALLEGO Hasta donde yo tenía entendido, los Ayuntamientos eran la Administración más cercana al ciudadano, tal y como se repitió como un mantra en los años de bonanza económica en los que, con la excusa de la mal llamada segunda descentralización, los municipios vieron crecer sus presupuestos de forma exponencial para, supuestamente, dar los mejores servicios a sus habitantes. Lo que no sabíamos, ni tan siquiera aventurábamos en un momento de delirio, es que los ayuntamientos, especialmente aquellos autodenominados como ‘Ayuntamientos del cambio’, se convertirían en el epicentro de la descentralización ideológica, en la punta de lanza de la ingeniería social, en el estercolero intelectual de España.

La Colau, er’Kichi, Carmena y tantos otros, están deleitándonos con medidas que poco tienen que ver con esa supuesta emergencia social en la que vivía el país. Muchos de estos consistorios han vivido de la inercia de los gobiernos a los que han relevado y han puesto su atención en la adopción de medidas sectarias. Poco más puede esperarse de gobiernos formados por personas que en su experiencia vital atesoran cualidades de tal valía como asaltar una capilla, hacer chistes antisemitas, mearse en la Gran Vía de Murcia, o vivir de los ‘movimientos sociales’, que en muchos casos no son más que meros espasmos o estertores subvencionados, eso sí, por la casta.

Parece mentira que aún haya a quienes les sorprendan las cabalgatas tribales con los reyes magos enfundados en batas de guatiné, los títeres en los que se violan monjas y se ahorcan jueces o el Padre Nuestro en el que una tipa se dedica en el ayuntamiento de Barcelona a ‘santificar el coño’ y a clamar contra los ‘hijos de puta’. Yo pensaba que el feminismo y la igualdad se ocupaban de trabajar para lograr la igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres, no de acudir a actos institucionales a hacer performances puerilmente transgresoras, para quedar ante el público como una feminista conceptual al servicio del ‘prucés’ Yo no tengo problema en que cada cual cree, piense, escriba o interprete lo que le dé la gana, pero no bajo la tutela de una Administración que debe velar por garantizar que los fondos públicos no se utilizan para ofender deliberadamente a una parte de sus ciudadanos ni a promover unas posturas sobre otras, sean las que sean. Y eso nada tiene que ver con ser católico, judío, ortodoxo o ateo.

Los Ayuntamientos que, gracias al PSOE, ahora ocupan los de Podemos bajo sus distintas marcas blancas (Ahora, En Común, En Comandita, En Pandi Roja?) no tienen como propósito acabar con esa pobreza que, según ellos, nos situaba poco menos que al nivel de Somalia. No, el objetivo es bien distinto. Consiste en destruir el sistema actual y establecer otro, en el que por derecho propio ellos ocuparán siempre la cúspide para guiarnos y someternos a los demás, y en el que todo el que no sea como ellos será un ciudadano de segunda. Incluidos los socialistas, ojo, porque si a alguien están humillando con especial ahínco estas semanas es a ellos, que parecen estar encantados de que estos adanes de extrema izquierda los maltraten con tal de ser copartícipes del desastre que se nos viene encima. Pero ese es otro cantar.

Se trata, en definitiva, de anular a una parte de la ciudadanía, de ridiculizar sus creencias y valores, de sustituir incluso la educación que los padres eligen para sus hijos por la que determine el concejal okupa de turno. Porque quienes no pensamos como ellos, sencillamente, somos incultos, gañanes, fascistas retrógrados que no tenemos ni idea de nada porque no hemos echado los dientes en los templos de sapiencia occidentales que son las facultades de ciencia política (algún día, alguien tendrá que estudiar la contribución de esos departamentos universitarios a la idiocia y suicidio colectivos de España). Tampoco entendemos el progreso que supone estar financiados por narcoestados sudamericanos que están deseando desembarcar ideológica, y quién sabe si algo más, en nuestro gobierno.

No buscan la regeneración, buscan la revolución y la revancha. Buscan anular la existencia de media España, vaciar los espacios públicos de referencias a Muñoz Seca, Mihura o Calvo Sotelo y llenarlos con títeres filoterroristas o desfiles del año nuevo chino. Quieren ser ellos, y sólo ellos, los que decidan quién es demócrata y tiene derecho a opinar y expresarse y quiénes servimos únicamente para trabajar y pagar impuestos que sostengan sus delirios totalitarios y sus políticas asistencialistas que permitan mantener callado a ese lumpen, que diría Pablo Iglesias, en el que se apoyan. Y lo pueden conseguir, porque entre la derecha mortecina, entretenida en cavar su propia fosa, y la izquierda socialdemócrata, inmersa en una bipolaridad sin precedentes, el camino está despejado.

Van a por todas y, para nuestro mal, les puede salir bien.

#Debate1D entre cabezas de lista al Congreso de los Diputados por la Región de Murcia

11028711_10153714437393006_7031064252629426186_n«En Ciudadanos para el Progreso creemos por encima de todo en la importancia del individuo en la democracia. En ese sentido, la tradición liberal moderna ha insistido fervientemente en la necesidad de que los miembros de la sociedad conozcan, entiendan y razonen acerca de la decisión de la delegación de su soberanía en manos de los aspirantes a representantes públicos que se presentan a las elecciones.
Para contribuir a clarificar las ideas de los murcianos, desde nuestra asociación os invitamos al que será el mayor evento político de la campaña electoral de las elecciones generales de 2015: DEBATE DE LOS CABEZA DE LISTA DE LOS CUATRO PRINCIPALES CANDIDATOS AL CONGRESO DE LOS DIPUTADOS POR LA REGIÓN DE MURCIA.
En un entorno único como es el salón de actos del Real Casino de Murcia y moderado por Ángel Montiel, mayor analista político de nuestra Comunidad y jefe de opinión de La Opinión de Murcia, os invitamos a disfrutar de un debate a cuatro con la presencia de:
Teodoro García (PP)
Pedro Saura (PSOE)
Miguel Garaulet (Ciudadanos)

José Antonio Sotomayor (UPyD)

Magdalena Martínez Bode (IU)
El debate se dividirá en cuatro bloques, tratando modelo de Estado y reforma constitucional, fiscalidad y economía, políticas sociales, y elecciones generales en clave regional.
El evento se celebrará el 1 de diciembre a las 20h, con entrada libre hasta completar aforo.
¡Os esperamos!»

Dar la cara

Lo que menos se le puede pedir a un candidato que se presenta por primera vez a unas elecciones es que se dé a conocer al electorado. Que dé la cara, vamos. Saber lo que piensa, sus ideas, sus maneras y su capacidad para defender lo que sería capaz de hacer si resultara elegido. Es lo mínimo exigible. Lo contrario es un fraude. Parapetarse detrás de unas siglas y no mostrarse demuestra la poca confianza que se puede llegar a tener en las habilidades políticas de uno mismo. Y más siendo unas elecciones municipales. He tenido la oportunidad de saber quién es el candidato de Ciudadanos al Ayuntamiento de Murcia gracias a los carteles que ya han inundado las calles de nuestra ciudad (para que luego digan que no sirven para nada). Hoy. Sin embargo muchos de sus compañeros de partido llevan más de un mes trabajando en  otros municipios dando la cara, sin miedo a presentarse a sus vecinos, realizando vídeos con la totalidad de los miembros que componen sus candidaturas y mostrando desde el segundo uno el eslogan de su partido (en el vídeo de presentación del candidato autonómico no aparece hasta el final del mismo, por cierto). Aquí él ni eso, que yo sepa. Así lo demuestra su cuenta de Twitter que a estas horas y según su portada no se presenta como candidato a nada.

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¿Qué esconde? ¿Por qué se esconde? Luego se me quejan los hooligans de Albert Rivera de que ataco a Ciudadanos, pero es que es inconcebible. Lo que conseguirían con un candidato presentable nunca lo vamos a saber, pero creo sinceramente que muchos más de los que van a recibir. ¿De verdad son ellos los que defienden los principios de transparencia y de regeneración de los que hace gala Ciudadanos? En fin.

Cercanía

Sociólogos, especialistas en comunicación y demás gurús de la política, han aconsejado a la mayoría de los candidatos que en esta campaña se muestren cercanos con los ciudadanos. Está de moda. Para ellos un político ya no es político si no muestran cercanía. Pero a mí, como voy siempre a contracorriente, me da como repelús.

Con la intromisión de la política que padecemos en nuestras vidas, sólo falta ahora que quieran meterse en nuestra cama. Y mire, no. Cercanías las justas. Usted allí y yo aquí, que bastante tengo con cumplir con el despropósito de normas y leyes que se han sacado de la manga para controlar nuestro quehacer diario y para pagar lo que me exigen cada día, que es una barbaridad, por cierto. Yo no quiero que escuchen mis problemas, quiero que no me los creen.

En un país desarrollado normal la política diaria no es tan importante como aquí en España. No ocupa el prime-time de las televisiones y no sufren tanto debate apasionado de sobremesa, simplemente, porque los ciudadanos no han permitido que les regulen tanto la vida. Por el contrario aquí los asesores venga a incitarles a que sean cercanos, a que sean próximos, a que se vistan como lo harían cuando disfrutan de la familia. Y claro, todo exceso es malo. Por esa manía de la familiaridad en el único debate que se ha celebrado en Murcia aparecieron todos los candidatos sin corbata e incluso uno de ellos con los zapatos rotos. Se ha perdido el respeto, en efecto, de nosotros a ellos, pero también de ellos a nosotros. Y encima quieren aparecérsenos hasta cuando nos cepillamos los dientes. Aire. Controlen nuestras vidas pero lejos y con cierto decoro, por favor. En fin.

A flor de piel

Últimamente resulta muy difícil escribir algo a favor o en contra de un candidato o de unas siglas políticas sin que al minuto siguiente seas etiquetado.

Se creen las nuevas hordas de ‘followers’ (que ya no afiliados de partidos políticos) que todos somos de su condición y les debe sorprender encontrarse con alguien con cierta independencia. Y este año con mayor motivo, pues tengo la sensación de estar en una campaña electoral continua.

Los votos están a flor de piel y los nervios a las puertas de las urnas. Y en este estado esquizofrénico se ha llegado hasta tal extremo que incluso ahora dichos partidarios no se enfrentan contra sus adversarios naturales, sino contra ellos mismos. Sobre todo ahora que asistimos a la irrupción de nuevos partidos, aún crudos, como a medio cocer, que están oliendo poder demasiado pronto.

Algunos son muy osados, incluso con tendencias suicidas a largo plazo, prefiriendo quedar antes como unos interesados en la poltrona y el sueldo fácil que mantener lo que han defendido con uñas y tweets hasta cinco minutos antes. Más vale posible escaño en mano que prestigio volando. Y no lo digo sólo por los que han quedado, que también, sino por los que se han ido dando un portazo formando un nuevo partido político.

Desde aquí simplemente les recuerdo que hay vida política más allá de mayo y que no deberían dejarse todo su reputación a las primeras de un supuesto cambio del mapa político. Supongo que ellos lo tendrán todo calculado. En fin.

(También se puede leer en el Blog Murcia Liberal de La Opinión de Murcia)

Aquí no hay quien viva

mapa-politico-de-espanaLes guste o no a los independentistas, Cataluña es un 5ºB de un edificio. Algunos de los que residen ahí quieren irse y pretenden no pertenecer a la comunidad de vecinos. Quieren hacer un referéndum entre ellos para decidir si siguen en el edificio o se van. Su derecho a decidir, dicen. Pero por mucho que pataleen la decisión no les compete en exclusiva a ellos, como es natural, sino a todo el edificio. Es algo que les intentas explicar, pero que nunca entienden. Hablan de democracia, pero de una democracia sesgada, a medias. Quieren votar entre ellos solos y que el resto de la comunidad asista impávida a su proceso. Han estado durante los últimos treinta años tergiversando la historia del edificio, manipulando a los que allí residen y educando a las nuevas generaciones en el odio al resto de esta nuestra comunidad, mientras que se han aprovechado de las zonas comunes, han utilizado el ascensor o han jugado las competiciones deportivas que se han organizado.

Ahora se comparan con el edificio de enfrente, con el Reino Unido. Lo que no ven es que ese edificio son diferentes escaleras (o porterías) a diferencia del nuestro, en la que una se llama Inglaterra, otra Gales, otra Irlanda y otra Escocia. Las cuatro conforman el Reino Unido, y una de ellas, Escocia, ha votado para no seguir perteneciendo al conjunto. No sé si se me entiende el paralelismo. Ellos son cuatro países reunidos, cuatro escaleras, mientras que nosotros somos una. Ni siquiera el más independentista escocés o catalán permitiría que una de sus viviendas dentro de un mismo edifico decidiera por si misma su independencia, se pongan como se pongan. ¿O es que permitirían que Barcelona votase por independizarse de Cataluña o Glasgow de Escocia, por poner un ejemplo, sin contar con el resto del territorio?

Pero volviendo a nuestro edificio, creo que el 5ºB minusvalora la posibilidad de que el resto de vecinos en una votación les pudieran dar lo que ellos piden, la independencia, o sea. Convivir con unos vecinos así cansa y a muchos el hartazgo les supera, por lo que no sería sorprendente que un número elevado de vecinos del 2ºA o el 3ºD votaran a favor de que se fueran y de que les dejaran en paz. Y dejarles en paz consistiría, claro está, en que los del 5ºB ya no podrían utilizar las zonas comunes, ni usar el ascensor ni jugar las competiciones deportivas que se han organizado; ni siquiera favorecerse de los tratados que el edificio ha firmado con otros edificios, pues ya no pertenecerían a él. Si consiguieran la independencia tendrían que construirse su propia escalera (la de incendios) y entregar las llaves de la portería desde el minuto uno.

Mas esto es algo que, desgraciadamente, ocultan los inquilinos del 5ºB que desean separarse al resto que desean continuar en el edificio llamado España; como también les ocultan que por culpa de sus deseos separatistas durante tantos años han llevado al otrora próspero y moderno 5ºB a la decadencia y al oscurantismo. Y si no lo creen que miren las estadísticas de los índices económicos y comprueben como ese piso que era el primero en la mayoría de ellas ha pasado ahora a un segundo o un tercer plano por culpa de sus gobiernos nacionalistas y sus ansias de independencia. Así que mientras los demás pisos han avanzado, ellos han retrocedido, porque mientras los demás han dedicado todo su tiempo en mejorar cada día, ellos han despilfarrado parte de sus recursos en su paranoia separatista. Allá ellos. En fin.