Diferencia entre progres y conservadores

«Los progres pueden ser cualquier cosa menos tolerantes, que es justo de lo que presumen. Es más, se muestran siempre dispuestos a legislar en contra de todo lo que no les guste, despreciando las demás opiniones e imponiendo las propias. Otra característica progre es el uso descarado del dinero público, al que siempre recurren cada vez que sus incompetentes profesiones o actividades les dejan en la miseria. Veamos unos cuantos ejemplos de comportamiento progre respecto a los conservadores, gente que, por el contrario, posee una marcada tendencia a valerse por sí misma:

-Si a un conservador no le gustan las armas, no se compra una.

Si a un progre no le gustan las armas exige que se prohíban.

-Si un conservador es vegetariano, no come carne.

Si un progre es vegetariano pide que sean prohibidos todos los productos cárnicos.

-Si un conservador detecta una amenaza contra su país piensa en cómo derrotar al enemigo.

Un progre se pregunta cómo podría rendirse con elegancia para que se viera bien.

-Si un conservador es homosexual maneja su vida sin alboroto.

Si un progre es homosexual demanda que se legisle al respecto.

-Si un negro es conservador se ve a si mismo como independiente exitoso.

Sus homólogos progres, se ven a sí mismos como víctimas necesitadas de protección gubernamental.

-Si un conservador está en bancarrota y sin trabajo piensa en cómo mejorar su situación.

Un progre se pregunta quién se hará cargo de él.

-Si a un conservador no le gusta lo que se dice en un show de TV, cambia de canal.

Los progres exigen que sean cerrados los shows que a ellos no les gusten.

-Si un conservador es no creyente, no asiste a la iglesia.

Un progre no creyente quiere que se prohíba cualquier mención religiosa o de Dios.

-Si un conservador cree que necesita un plan de salud lo compra o busca un trabajo que lo ofrezca.

Un progre exige que el resto de nosotros paguemos por el suyo.

-Si un conservador está en una tienda se resbala y cae, se levanta, ríe y se siente avergonzado.

Si es un progre quien resbala y cae, se lleva las manos al cuello, comienza a lamentarse y luego pone una demanda legal.

-Si un conservador lee esto lo difundirá a sus amigos para que todos tengan algo de qué reír.

Un progre tratará de entrar aquí a insultar porque «ha sido ofendido».

Texto obtenido en Internet (Difúndelo)»

Vía Batiburrillo

Que tomen nota

Eso, que tomen nota Jose Luis Mendoza y nuestro obispo Reig Pla de lo que puede pasar por un quítate de ahí que me pongo yo dentro del seno de la Iglesia. Las cosas se saben como empiezan pero nunca como acaban. Y si no lo creen que vean las imágenes del otro día de monjes ortodoxos armenios y griegos a puñetazo limpio en la iglesia del Santo Sepulcro.

Alargamiento de pene

Como ya he podido cumplir con mis obligaciones tributarias (bueno, en parte), os enlazo con lo último de Pablo Molina. Entre tanta pagamenta, que decía mi abuela, todavía queda tiempo para pasar un buen rato leyendo esto:

Estimado Sr. Bauer:

Llevo varios días recibiendo en mi correo electrónico su oferta de lanzamiento para alargar mi pene por un precio módico, detalle que le agradezco porque, como no nos conocemos personalmente, estoy seguro de que lo hace sin segundas intenciones. No obstante, he de decirle que, gracias a Dios, soy español y, en consecuencia, no necesito de sus servicios.

Mi pene y yo, querido Conrad, mantenemos una relación muy cordial desde que, hace varias décadas, descubrí que tenía otra utilidad, además de la puramente fisiológica. Quiero decir que, grande, pequeño o mediopensionista, le he cogido tanto cariño al canalla que no podría hacerle la afrenta de cambiar su aspecto entrañable.

Por otra parte, debería usted saber que, más que su diámetro o longitud, lo que interesa de esa querida parte de la anatomía masculina es que ofrezca un adecuado rendimiento, y los españoles, amigo Bauer, somos la reserva testosterónica de Occidente, por lo que le recomiendo dirija sus campañas un poco más al norte, digamos a Francia, donde seguramente sus servicios serán recibidos con mayor interés.

No voy a poner en duda sus métodos revolucionarios para hermosear la cacharra ajena, aunque, sin ser un experto en urología, me resulta dudoso que, con sólo colgarse un tensor ridículo en semejante parte durante un par de semanas, el interesado vaya a convertirse en el nuevo Nacho Vidal. Eso por no mencionar la incomodidad que debe de suponer llevar el artilugio instalado en semejante zona las veinticuatro horas del día.

Hay trabajos desagradables, Mr. Bauer, pero dedicarse a estirar la chorrica del prójimo me parece especialmente sufrido. Créame que lamento que tenga que ganarse la vida de esa manera, pero mi pene y yo nos queremos tanto que jamás nos haríamos daño el uno al otro. Así que, por favor, deje de una puñetera vez de inundar mi correo con sus ofertas, porque nuestra decisión es inapelable.

Atentamente, mi pene y yo.

El artículo entero, aquí.

Dormía el conde Rodríguez

No me resisto a colgar este romance de Alfonso Ussía que me han enviado:

Dormía el conde Rodríguez
acostadito en la su cama:
La pierna izquierda encogida,
la diestra, más estirada.
(la otra pierna, la de enmedio…
es costumbre no mentalla).

Dormía plácidamente:
Hay que ver lo que roncaba,
so la lana del embozo
de su manta zamorana.
Y la condesa Sonsoles ,
que al su lado estaba echada,
roncaba un aria da capo
que ni la María Callas…

Y antes de que cante el gallo…
(Que lo suele hacer al alba,
porque sepan las gallinas
quién les canta y quién les manda…)
con el rostro demudado,
¡Don Rodríguez despertaba!

‘¿Qué es aquesto? -diz Rodríguez-
¿Quién mi sueño sobresalta?
¡A mí la guardia moruna
del Ministro Rub-al-Kaaba!’

Avanzando entre las sombras
que rodeaban la su cama…
ve que crece, ve que avanza…
la silueta recortada
de un espectro, de un fantasma…
¡Vive Dios que miedo daba!
Entre nubes de sulfuro
y otras de canela en rama,
a los pies de Don Rodríguez
el espectro da la cara:

Va vestido de uniforme,
calzón corto, con polainas…
y, esparcidas por el pecho,
quien en ello se fijara…
no verá que lleve estrellas,
sino bujeros de bala.
Lleva gafas redonditas
-las que John Lennon llevara-
y así… Visto desde lejos,
se da un aire con Azaña.
Noble porte, talle recio,
cabellera ya entrecana…
Y quién es y a qué ha venido,
allí mesmo lo declara:

‘¡Yo me llamo Juan Rodríguez :
soy tu abuelo… Noramala.
Y aquí vengo por decirte
cuatro cosas a la cara!’
-‘¿Tú, mi abuelo idolatrado,
aquél que Franco matara?
¿Tú, la víctima primera
de entre todas las de España? ‘
-‘¡Ese soy… y menos coba! ‘
-‘¡A mis brazos, camarada! ‘
-‘¡Quita allá!… Menos abrazos,
que de mí no sabes nada:
Si supieras, no le harías
lo que estás haciendo a España’
-‘Abuelito fusilado…
¿No será que estás de guasa?
¿No te dieron matarile
los del trapo rojigualda?
Pues que sepas que tu nieto
que por algo es el que manda-
va a volver a la contienda
otra vez las dos Españas:
¡Y esta vez verás, abuelo…
que es la nuestra la que gana!
¡Una España progresista,
federal-republicana,
asimétrica y cubista
de la noche a la mañana!’

El abuelo fusilado
mírale y no dice nada…
Mírale muy fijamente,
con su cara de fantasma,
una cara que parece
que es de cera, por lo blanca…
Y por ella, mansamente,
una lágrima resbala
(que la cara, según dicen,
es el espejo del alma…)

Ya son setenta los años
que llevo criando malvas
en el Cielo del Olvido,
y no sé lo que me pasa…
Pero me llena de rabia
que mi muerte y la de tantos
no sirviera para nada.

Allí estamos a millares
los que la guerra matara…
Con su poquito de gloria,
con su poquito de infamia.
Padres, tíos y sobrinos,
abuelos de media España.
Allí todos somos uno…
Ya no hay rojos, ya no hay fachas,
vencedores ni vencidos…
Sólo queda la enseñanza
de saber que el fanatismo
es quien miente y es quien mata.

Otros muertos más recientes
pueden dar de ello palabra…
(Y no veo que por ellos
se te mueva pie ni pata)

Ese es todo mi mensaje,
mi mensaje de fantasma:
No nos metas a los muertos
de comparsa en la tu causa.
No te cuides de los muertos…
Cuídate de los que matan,
los que han hecho de la muerte
su más próspera jugada.
Ahí te quedas, Don Rodríguez…
Ahí te quedas en tu cama.
Yo me voy al otro barrio,
que el de aquí me rompe el alma.