A un político paspán

Estimado excelentísimo, no está bien insultar a quién le recuerda su condición de representante público. Es de muy mal gusto y me reafirma en mi impresión inicial que tenía de usted de no merecer a un sujeto de tan baja estofa en un puesto de tan alta consideración. La verdad es que no esperaba otra cosa de un majagranzas de tal calibre, de un querulante paspán.

Mi primera e impulsiva reacción fue la de contestar con un “hijo de puta” a tamaño despropósito, con un “hijo de la gran puta” sin hacer referencia familiar alguna, por supuesto, sino refiriéndome a una categoría de personas mentadas así por tradición del habla. Para su información los hijos de puta, en sentido literal, eran un tipo de personas amargadas por su condición de tales. Amargadas temiendo que se supiera su condición y por eso estaban resentidas ante el mundo. No por ningún defecto del mundo, sino por el simple hecho de haber nacido. Hoy en día esa actitud vital ya no corresponde a los nacidos en esa condición, al contrario. Y de eso nos alegramos muchos. Lo contrario es anticristiano. Los tiempos han cambiado, y desgraciadamente, muchos, como usted, a pesar de no compartir forzosamente esa condición, crecen con ese mismo resentimiento que envenena cada aspecto de sus vidas. Su caso no es una actitud congénita, de nacimiento, sino adquirida el mismo día en que, ahogado por la soledad en una noche de bajón, se ve confrontado con su interior y se da cuenta de lo miserable que es. Una clase de hijoputa (así, todo junto) que no solo teme que se lo recuerden, sino que maldicen el mundo por el simple hecho de que hay gente que no son hijoputas como ellos.

Pero, claro, esa fue mi primera reacción, la que me quedé guardada con muchas ganas de llamarle públicamente. Así en frío y sin explicación alguna no hubiera quedado a la altura del gañán carajote, del calcatrébedes, del haragán y del mangarrán trapacero que transmite en cada aparición pública, porque no lo hubiera entendido y seguro que lo hubiera malinterpretado. Tontoelpijo, en murciano paladino, hubiese sido lo mejor para sus cortas entendederas. Mas me alegro de haberme contenido. De esa manera no permití alimentar el protagonismo de un político paspallás que ha sido abandonado por todo lo que le rodea embarrándome en una discusión estéril e inútil.

Satisfecho por escribirle con claridad lo que el ruido de una red social no me hubiera permitido, se despide su humilde ciudadano, que además de pagarle su sueldo, le agradece su atención y le saluda atentamente estrechándole su mano.

Manolo Marín

@murcialiberal